Derriban árboles, transmiten patógenos y desplazan implacablemente a las especies autóctonas. Aníbal Pauchard, fundador y director del Laboratorio de Invasiones Biológicas (LIB) en Chile, explicó el impacto de algunas de las especies exóticas nocivas más comunes en Latinoamérica.
Pueden devastar ecosistemas, aniquilar especies nativas y causar pérdidas cuantiosas a la economía.
El impacto de las especies invasoras se está agravando en América Latina, según señaló a BBC Mundo Aníbal Pauchard, fundador y director del Laboratorio de Invasiones Biológicas (LIB), una iniciativa conjunta de la Facultad de Ciencia Forestales de la Universidad de Concepción y el Instituto de Ecología y Biodiversidad en Chile.
“Las especies exóticas invasoras están aumentando en las Américas y en particular en Sudamérica. Además, la actividad humana sobre el continente sudamericano va en aumento, con nuevos caminos, áreas de cultivos y ciudades lo que hace que el continente se vuelva más propenso a estas invasiones”, explicó el experto, quien es actualmente uno de tres codirectores del informe global sobre especies invasoras de IPBES, un organismo dependiente de la ONU.
“Sin duda, el cambio climático va a debilitar aún más la capacidad de las especies nativas para poder soportar la entrada y el impacto de estas especies invasoras”, agregó.
¿Cuándo una especie es considerada invasora?
“Las especies invasoras son especies exóticas, es decir de otras regiones o continentes, que el ser humano ha introducido en el ambiente, y que se reproducen en grandes números generando impacto para la biodiversidad, los ecosistemas y el bienestar humano“, explicó el experto chileno.
Pauchard seleccionó para BBC Mundo siete ejemplos de especies exóticas invasoras y dañinas que son emblemáticas en América Latina.
1. Castor (Castor canadensis)
Fue introducido en el sur de Argentina y Chile y ocupa Tierra del Fuego, generando diques que destruyen los bosques nativos.
Los primeros 20 castores fueron introducidos en Tierra del Fuego por la armada de Argentina con la idea de que los habitantes locales iniciaran un comercio de pieles.
Pero ante la falta de depredadores naturales —como osos y coyotes— estos roedores semiacuáticos se han reproducido rápidamente y se estima que su población supera los 100.000 individuos.
El castor roe los árboles hasta derribarlos y los troza para construir su madriguera.
Si bien los árboles en América del Norte pueden crecer otra vez después de haber sido afectados por estos roedores, los de Sudamérica mueren luego de ser roídos por estos animales.
2. Árboles y arbustos leguminosos invasores
Pauchard cita como ejemplo la mimosa (Acacia dealbata), el retamo espinoso (Ulex europaeus) y el marabú (Dichrostachys cinerea).
“En Sudamérica hay muchas especies de plantas que fueron introducidas como ornamentales, forestales o para controlar la erosión”.
“Algunas de ellas crecen de manera descontrolada compitiendo con las especies nativas, causando daños económicos y aumentando la frecuencia de incendios”, señaló el experto.
La mimosa, por ejemplo, una planta originaria de Australia, fue introducida como planta ornamental para jardines por sus flores amarillas.
Pero el árbol es un gran superviviente. Crece rápidamente, se adapta a cualquier tipo de suelo y segrega una sustancia que dificulta el crecimiento de otras plantas en sus proximidades, por lo que las especies nativas no logran competir.
El retamo espinoso, originario de Europa, también compite con especies nativas por nutrientes, además de formar densos matorrales difíciles de erradicar y propagar incendios por ser muy inflamable debido a sus resinas.
3. Moluscos invasores
En este grupo se encuentran el mejillón dorado (Limnoperna fortune), el caracol africano (Achatina fulica) y el caracol venenoso de mar (Rapana venosa).
“Se han introducido moluscos terrestres y marinos con múltiples impactos, desde la trasmisión de enfermedades como el caracol africano, hasta la destrucción de infraestructura como el mejillón dorado. Esto ocurre en toda Sudamérica”, afirmó Pauchard.
En el caso del mejillón dorado, se cree que esta especie originaria de China llegó a América del Sur a través del agua de lastre de embarcaciones transoceánicas.
El agua de lastre es el agua cargada en el puerto de origen que transporta un barco cuando viaja con las bodegas vacías para no darse vuelta en el mar. Cuando llegan a su puerto de destino los barcos descargan el agua liberando los mejillones.
El caracol gigante africano carga con diversos parásitos en sus tejidos y secreciones de baba. En contacto con las personas, los parásitos pueden causar diversas afecciones como la meningoencefalitis eosinofílica.
Estos moluscos ocluyen caños y tomas de agua para consumo humano, así como canales de riego y tomas en generadores de centrales eléctricas.
4. Peces: Pez león
Los peces invasores son un problema en zonas costeras y cursos de aguadulce de Sudamérica.
El caso emblemático es el pez león (Pterois volitans), que fue introducido como pez de acuario y liberado en el Caribe y que actualmente está dispersándose hacia Sudamérica.
Es un voraz predador y debido a sus espinas exteriores, muy difícil de controlar.
Originario de Indonesia, está presente en el Atlántico desde mediados de los 80. La FAO señala que “el pez león es un verdadero espécimen exótico que llama la atención. De su cabeza emergen brillantes y venenosas espinas.”
“Su resistencia a los elementos es asombrosa. Sin un depredador natural que los mantenga a raya, el impacto del pez león en las poblaciones de las especies de peces nativos y las comunidades que dependen de ellas, ha sido devastador”.
5. Insectos invasores
Entre los ejemplos citados por Pauchard están la avispa chaqueta amarilla (Vespula germanica) y el abejorro europeo (Bombus terrestres).
“Los insectos pueden ser de origen accidental o intencional. Avispas como la V. germanica se han introducido accidentalmente y son depredadoras de especies nativas y afectan el bienestar humano”, explicó Pauchard
La avispa chaqueta amarilla es originaria del norte de Europa. Cuando atacan una colmena en busca de miel y de polen, estas avispas llegan a desplazar a las abejas que la habitan, dejándola vacía. También se alimentan de frutas, por lo que dañan plantaciones de manzanas y otras especies. Y además son carnívoras, por lo que atacan al ganado e incluso a las personas. Su picadura es peligrosa, porque el veneno puede generar una reacción alérgica.
El abejorro europeo (Bombus terrestris) se ha expandido rápidamente en Chile provocando la reducción de la presencia del abejorro patagónico (Bombus dahlbomii).
6. Anfibios: Rana toro
Varios anfibios también se han vuelto invasores, compitiendo con las especies nativas y depredando la fauna nativa.
La rana toro (Lithobates catesbeianus) puede llegar a medir 20 cm.
Es una de las especies más nocivas por varios motivos: tiene un alto potencial reproductivo, las larvas producen secreciones tóxicas y por tanto carecen de depredadores naturales fuera de su área de origen, y puede transmitir patógenos.
Es originaria de América del Norte y se ha expandido debido a la cría en cautiverio para consumo humano y su uso como mascota.
Tiene un grave impacto en los ecosistemas, ya que reduce las poblaciones de especies nativas y transmite patógenos como el Batrachochytrium dendrobatidis, el hongo que ha causado el declive de anfibios a escala global.
El consumo de ejemplares nacidos en aguas contaminadas puede afectar a la salud humana.
7. Hongo quítrido
Es una enfermedad que afecta a los anfibios (ranas y sapos) nativos de Sudamérica, originaria de Sudáfrica. Causa la muerte de los anfibios y ha generado el declive mundial de este grupo.
Se estima que de las cerca de 500 especies que están en caída por esta plaga, más de 400 viven en América Latina.
La quitridiomicosis ataca la piel de los anfibios e impide el correcto balance de agua, sales y minerales, generando un fallo cardíaco en los animales.
También puede interrumpir la respiración de la piel y producir toxinas que alteran la respuesta inmunológica.
“No liberes mascotas en ambientes naturales”
El aumento de la amenaza de las especies invasoras se deben a que el comercio internacional ha crecido exponencialmente en las últimas décadas en Sudamérica y en el mundo, aumentando así la entrada de especies para cultivos, crianza de animales, acuicultura, mascotas, y también las introducciones accidentales de insectos, hongos patógenos y microorganismos, según explicó Pauchard.
“El transporte aéreo, terrestre y marítimo es el vector que permite la llegada de nuevas especies tanto intencionales como accidentales“.
Cada país debe adoptar una estrategia de bioseguridad que incluya controles prefrontera y respuestas rápidas apenas se detecta una especie potencialmente invasora, afirmó el experto de Chile.
Y la ciencia ciudadana también puede jugar un papel importante.
¿Qué podemos hacer en nuestros propios países para ayudar a combatir las especies exóticas dañinas?
“Lo más importante es que cada ciudadano debe exigir a las autoridades ambientales de sus países que consideren a las especies invasoras como un problema importante para la biodiversidad y el bienestar humano y que implementen estrategias nacionales para controlarlas”, señaló Pauchard.
Y también debemos evitar la introducción y propagación de nuevas especies.
En ese sentido, “las recomendaciones más simples incluyen preferir especies nativas para plantar en nuestros jardines, no comprar semillas en internet, y evitar la liberación de mascotas y especies de acuario en ambientes naturales“.
“Hay muchas historias trágicas de cómo liberaciones de especies, para evitar su sufrimiento, terminan causando un impacto desastroso en la biodiversidad de un lugar. En estos casos, es importante que pidan consejo a su veterinario”.