Hace casi 700 años, Jacob van Maerlant, un poeta holandés, imaginó un pez listo para vivir en la tierra: le habían brotado brazos para izarse a tierra. Ahora, tres estudios genéticos hacen que su fantasía parezca notablemente profética. Juntos, los estudios sugieren que, en términos de genes, los precursores acuáticos de los animales terrestres de cuatro extremidades, o tetrápodos, estaban tan bien preparados como los peces fantasía holandeses. Estaban pre-equipados con genes que podían convertirse en miembros, pulmones eficientes para respirar aire y sistemas nerviosos sintonizados con los desafíos de la vida en tierra.