En el Parque Nacional Iberá en Argentina, dos especies de aves casi idénticas del tamaño de un reyezuelo viven una al lado de la otra, pasando sus días buscando los mismos tipos de semillas y anidando en los mismos tipos de lugares. Estas especies pueden reproducirse juntas con éxito, pero normalmente no lo hacen, por razones aparentemente triviales, acaban de descubrir los biólogos evolutivos. Las diferencias en el color del vientre y el canto parecen ser suficientes para evitar que las aves se apareen entre sí, generación tras generación.