Según la investigación que están llevando a cabo científicos de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC) junto con la Universidad de Concepción (UdeC), apoyados por el Instituto Antártico Chileno (INACH), la desglaciación en la Zona Antártica –la cual ha aumentado considerablemente durante las últimas décadas– podría causar cambios de vital importancia en las comunidades microbianas marinas.
Si bien este hecho –en parte– ya se conocía, el grupo de investigadores pretende ir más allá e investigar cómo los derretimientos interactúan con las especies marinas microscópicas existentes en la zona. Según estudios preliminares, estas alteraciones podrían producir cambios en la cadena trófica, llegando a afectar a mamíferos como las ballenas australes y los pingüinos.
La investigación de la dinámica de aquellas comunidades microbianas de regiones costeras de la Antártica no es nada de fácil. Para los investigadores el estudio en este territorio implica el viaje a uno de los lugares más extremos del planeta. Sin embargo, los científicos no le temen a este desafío y han realizado varias expediciones a la zona, con el fin de recopilar información en torno a la estructura de la comunidad microscópica marina y su interacción con los cambios que produce la bajada en la salinidad de las aguas oceánicas, producto del aumento de agua dulce por el derretimiento de los glaciares circundantes, para establecer -a futuro- una base de datos con la que se puedan realizar modelos y predicciones sobre los cambios que se van a producir en la cadena trófica en estos ecosistemas.
Una nueva línea de investigación:
Durante el verano austral, el aumento de la temperatura induce el derretimiento del hielo marino y el de los glaciares, lo que conduce a la entrada de nutrientes, metales, partículas y microorganismos de agua dulce, junto a una fuerte estratificación de la parte superior de la columna de agua. Para predecir y modelar el impacto de estos eventos -que se han acelerado en las últimas décadas- los científicos necesitan comprender mejor los cambios en las funciones e interacciones biológicas, como consecuencia de esta entrada de agua dulce.
La sociedad de Biología de Chile conversó con la Dra. Beatriz Díez, quien es Doctora de la Universidad Autónoma de Barcelona (2001); Licenciada, Universidad de Alicante (1994). Posee un Post-Doctorado en la Universidad de Estocolmo, Suecia; Instituto de Ciencias del Mar (CMIMA-CSIC), Barcelona, España.
La Dra. Díez dirige un grupo de científicos de la Pontificia Universidad Católica de Chile, en cooperación con la Dra. Laura Farías, Universidad de Concepción (UdeC), apoyadas por el Instituto Antártico Chileno (INACH).
El equipo se dirigió hasta la isla Greenwich -ubicada en las islas Shetland del Sur-. Dichas islas son un archipiélago del Océano Glaciar Antártico, situado a unos 120 km de distancia de las costas de la Península Antártica -al sur del Continente Americano- entre el paso Drake por el Norte y el Estrecho de Bransfield por el Sur. Su extensión comprende alrededor de 3687 km².
¿Cómo se originó esta línea de investigación?
Nosotros teníamos un proyecto que surgió gracias a fondos concursables del Instituto Antártico Chileno (INACH), con el cual empezamos a trabajar en la Bahía Chile, lugar costero en las Islas Shetland del Sur, Península Antártica.
En esta zona del planeta se estima que se está produciendo un aumento de la desglaciación considerable, y si bien -en algún momento- no parecía tan aparente, ahora la situación es innegable.
Para comprobar el efecto de esta desglaciación en sistemas costeros antárticos es que comenzamos a estudiar en más detalle la comunidad microbiana ubicada -en particular- en Bahía Chile, Isla Greenwich. Esta es una bahía rodeada por glaciares, que se abre a una zona oceánica abierta, con diferentes masas de agua y corrientes que afectan a esta región.
Esta Bahía se ha convertido en un punto de muestreo modelo muy interesante para nuestro grupo de investigación, ya que nos permite entender lo que pasa con la dinámica de las comunidades microbianas que existen en el sector y cómo pueden verse afectadas por los eventos aumentados de la desglaciación.
¿Qué aspectos son los de mayor interés dentro de la investigación?
Nos interesa cómo esas comunidades van a reaccionar a la bajada de la salinidad por al aumento de agua dulce proveniente desde el derretimiento de los glaciares. Además, estas aguas vienen con distintos tipos de nutrientes y partículas, además de una microbiota que está muy poco -o nada- estudiada. En ese sentido, no tenemos una idea clara -todavía- de cómo la comunidad proveniente del agua del glaciar va a competir -o no- con la comunidad del agua de mar, y por tanto si desplaza -o no- a la misma, provocando cambios relevantes en los actores y sus funciones en esta parte inferior de la cadena trófica en estos sistemas marinos costeros. Por este motivo esperamos generar este tipo de conocimiento, el cual nos permita entender mejor el fenómeno y poder predecir su efecto en el resto de la cadena trófica.
¿De qué manera afecta la caída de la salinidad en estas aguas?
Hay algunas publicaciones científicas -entre el año 2000 y 2001- que mencionan el efecto del aumento de agua dulce sobre estos sistemas marinos, provocando una pequeña estratificación en la parte superior de la columna de agua, sin embargo -aun así- se sabe poco al respecto.
También ya ha sido determinado, y nosotros en terreno lo hemos comprobado, que no solo la salinidad se ve mermada por la desglaciación, sino también la luz que penetra en la columna de agua de mar. Esta se ve disminuida por las partículas que quedan en suspensión desprendidas desde el glaciar.
La luz no llega a pasar más de 2 o 3 metros en las aguas cercanas al glaciar, lo cual afecta a la fotosíntesis en la capa superior. Sin embargo, si viajamos 1 milla o 11/2 milla mar afuera alejándonos del glaciar, vemos que la luz vemos penetra mucho más, a casi 7 u 8 metros de profundidad -fenómeno interesante- que indica un menor efecto del glaciar sobre aguas más alejadas del mismo.
Un cambio en los productores primarios produce un desbalance generalizado:
Si bien pueden existir organismos a los cuales les convenga este aporte de agua dulce, poco se sabe en torno a cómo afectará a los productores primarios, principalmente eucariotas fototróficas, y en qué medida estos cambios afectarán a los consumidores.
El caso de las Diatomeas y el Zooplancton:
Las Diatomeas son organismos fotosintéticos eucariotas que forman blooms cada año en la Antártica, principalmente en las zonas costeras. Estos organismos pueden verse afectados por el cambio en las condiciones de salinidad, nutrientes y luz (por efecto del aumento de partículas) provenientes del glaciar. La alteración en su hábitat puede producir un cambio en los eslabones de la cadena que la suceden, como por ejemplo: el zooplancton, que en buena medida se alimenta de estos organismos.
La dieta del zooplancton está condicionada por el tamaño del organismo que preda, si las diatomeas se ven afectadas por el cambio en las condiciones de su hábitat, esto puede producir que cambie el tamaño de las presas, alterando la dieta del zooplancton,el cual puede comenzar a desaparecer -y con ello- afectar a eslabones superiores de la cadena, como el plancton gelatinoso (salpas, por ejemplo). Si eso ocurriese, podría verse afectado el krill el cual se alimenta primordialmente de zooplancton. El Krill -a su vez- es el alimento N°1 de las ballenas.
Con estos antecedentes nos damos cuenta de que los eslabones más pequeños de la cadena trófica podrían tener una implicancia enorme en la desaparición de ballenas y pingüinos.
Efecto invernadero: “El principal responsable”.
Los gases invernadero, principalmente: Dióxido de Carbono (CO2), Metano (CH4) y Óxido Nitroso (N2O) están cada vez más presentes en la atmósfera. Estos gases hacen que se incremente la temperatura del mar y por consecuencia se derritan aún más los glaciares, creando un círculo vicioso que mantiene en ascenso las temperaturas.
¿Cómo solucionamos esta problemática?
Tenemos que pensar en cómo reducir la contaminación que generan estos gases, comenzando con medidas muy pequeñas y cotidianas.
Si bien estos procesos de desglaciación son naturales y propios del ciclo terrestre, el que nosotros -los seres humanos- estemos acelerando la presencia de contaminantes en la atmósfera genera un efecto negativo sobre esos ciclos. Se ha estimado que en unos 100 o 150 años más, el hielo del Ártico desaparecerá cada verano, lo que tiene una directa implicancia en el nivel del mar, el cual se verá aumentado considerablemente. Por otro lado, más del 87% de los glaciares de la Antártica están desapareciendo, es una cifra brutal.
Fuente: Patricio Grünert Alarcón; 4ID/CONGRESS, Todos los derechos reservados. ®
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