Hace cinco años, los investigadores del Centro de Investigación en Genómica Agrícola (CRAG) dirigido por la profesora de investigación del CSIC Paloma Mas hicieron el descubrimiento revolucionario de que los relojes circadianos en la punta de crecimiento de los brotes de las plantas funcionan de manera similar a los relojes en el cerebro de mamífero, que en ambos casos puede sincronizar los ritmos diarios de las células en los órganos distales. A partir de ese hallazgo seminal, los investigadores de plantas han estado ansiosos por descubrir la molécula mensajera que podría viajar desde el brote hasta la raíz para orquestar los ritmos. La respuesta ha sido publicada en Nature Plantspor el equipo de Paloma Mas y sus colaboradores de Japón, el Reino Unido y los EE. UU. Han identificado una pequeña proteína esencial de reloj llamada ELF4 como el mensajero requerido. Además, a través de una serie de ingeniosos experimentos, los investigadores descubrieron que el movimiento de esta molécula es sensible a la temperatura ambiente.