Los osos pardos suecos casi desaparecieron a principios del siglo XX, víctimas de entusiastas cazadores de trofeos y granjeros enojados. Los esfuerzos de conservación los han recuperado poco a poco, junto con una bonificación inesperada. El ADN de los dientes de los animales ahora revela que, casi inmediatamente después de la introducción de los antibióticos en la década de 1950, las drogas habían penetrado incluso en los bosques suecos más remotos. El nuevo hallazgo, publicado hoy, podría ayudar a los científicos a comprender mejor la propagación de la resistencia a los antibióticos, un problema mundial con importantes impactos en la salud humana.