La resistencia a los antimicrobianos (o farmacorresistencia) se produce cuando los microorganismos, sean bacterias, virus, hongos o parásitos, sufren cambios que hacen que los medicamentos utilizados para curar las infecciones dejen de ser eficaces. Los microorganismos resistentes a la mayoría de los antimicrobianos se conocen como ultrarresistentes. El fenómeno es muy preocupante porque las infecciones por microorganismos resistentes pueden causar la muerte del paciente, transmitirse a otras personas y generar grandes costos tanto para los pacientes como para la sociedad.
La resistencia a los antimicrobianos es el término más amplio para la resistencia de diferentes tipos de microorganismos y abarca la resistencia a los medicamentos antibacterianos, antivirales, antiparasitarios y fungicidas.
La resistencia a los antimicrobianos se ve facilitada por el uso inadecuado de los medicamentos, como, por ejemplo, al tomar antibióticos para tratar infecciones víricas como el resfriado o la gripe, o al compartir el tratamiento con otros pacientes. Los medicamentos de mala calidad, las prescripciones erróneas y las deficiencias de la prevención y el control de las infecciones son otros factores que facilitan la aparición y la propagación de la farmacorresistencia. La falta de empeño de los gobiernos en la lucha contra estos problemas, las deficiencias de la vigilancia y la reducción del arsenal de instrumentos diagnósticos, terapéuticos y preventivos también dificultan el control de la farmacorresistencia.
¿Cómo se previene?
Taller de expertos, efectuado en Puerto Montt, abordó el repoblamiento y restauración de ecosistemas degradados (Mundo Acuícola).
El Dr. Julio Vásquez, académico del Departamento de Biología Marina y Director del Doctorado en Biología y Ecología Aplicada, fue invitado a exponer en el reciente taller de expertos efectuado en Puerto Montt, dedicado a analizar avances y brechas de investigación e implementación para un enfoque responsable en acuicultura, repoblación y manejo de macroalgas desde la perspectiva del resguardo del patrimonio genético.
Cabe destacar que 6 de los expertos convocados en biología, ecología, genética y de administradores públicos, son exalumnos UCN.
El taller estuvo centrado en el resguardo del patrimonio genético de macroalgas de importancia comercial, en consecuencia, explica el Dr. Vásquez, “aquellas que están sometidas a intensa y frecuente cosecha. Muchas de estas especies, y en especial las algas pardas (“huiros”) están siendo cultivadas y trasladadas a distintos puntos de nuestra costa, sin mayores resguardos del efecto sobre la diversidad local donde estas son trasplantadas”.
Durante el taller, especialistas en genética de algas de las universidades de Los Lagos, Católica de Chile y Austral de Chile establecieron los necesarios controles y resguardos que deben tener estas actividades asociadas al repoblamiento y restauración de ecosistemas degradados.
Respecto de su conferencia, Julio Vásquez indica que se focalizó en revisar las estrategias de manejo y regulación de las cosechas que el Estado ha establecido durante los últimos 20 años, para la conservación de las poblaciones naturales de estos recursos marino. Esta revisión, precisa, “muestra que, a partir del año 2000 esta pesquería entra en un régimen de extracción, donde las fluctuaciones en los desembarques responden exclusivamente a la demanda internacional de biomasa para la extracción de ficocoloides (alginato)”.
La acción del Estado es ambigua y sus efectos son contradictorios, asegura, aludiendo a que favorece una política de protección del medio natural, a través de regulaciones de la actividad de los pescadores artesanales. Sin embargo, “junto a la no regulación de los precios de la materia prima y la falta de acceso a mejores equipamientos que incorporen valor agregado, no permiten transformar la configuración piramidal del negocio. De esta manera, los algueros recolectores están subordinados a la recolección y la cosecha permanente”.
Lo anterior, continúa, “se refleja en los niveles de los desembarques, haciendo de Chile el país de mayor extracción de algas pardas a nivel mundial, desde praderas naturales: 400.000 ton/año, lo que representa el 10% de la biomasa mundial para la extracción de biomoléculas.
La pesquería de algas pardas en el norte de Chile, asegura el Dr. Vásquez, presenta un elemento propio y característico del extractivismo: la reducción de las redes sociales y la intensificación de un ethos individualista y competitivo que genera desigualdad, segregación, como también efectos ambientales de sobreexplotación, disminución de la biodiversidad y contaminación por desechos.
Derriban árboles, transmiten patógenos y desplazan implacablemente a las especies autóctonas. Aníbal Pauchard, fundador y director del Laboratorio de Invasiones Biológicas (LIB) en Chile, explicó el impacto de algunas de las especies exóticas nocivas más comunes en Latinoamérica.
Pueden devastar ecosistemas, aniquilar especies nativas y causar pérdidas cuantiosas a la economía.
El impacto de las especies invasoras se está agravando en América Latina, según señaló a BBC Mundo Aníbal Pauchard, fundador y director del Laboratorio de Invasiones Biológicas (LIB), una iniciativa conjunta de la Facultad de Ciencia Forestales de la Universidad de Concepción y el Instituto de Ecología y Biodiversidad en Chile.
“Las especies exóticas invasoras están aumentando en las Américas y en particular en Sudamérica. Además, la actividad humana sobre el continente sudamericano va en aumento, con nuevos caminos, áreas de cultivos y ciudades lo que hace que el continente se vuelva más propenso a estas invasiones”, explicó el experto, quien es actualmente uno de tres codirectores del informe global sobre especies invasoras de IPBES, un organismo dependiente de la ONU.
“Sin duda, el cambio climático va a debilitar aún más la capacidad de las especies nativas para poder soportar la entrada y el impacto de estas especies invasoras”, agregó.
¿Cuándo una especie es considerada invasora?
“Las especies invasoras son especies exóticas, es decir de otras regiones o continentes, que el ser humano ha introducido en el ambiente, y que se reproducen en grandes números generando impacto para la biodiversidad, los ecosistemas y el bienestar humano“, explicó el experto chileno.
Pauchard seleccionó para BBC Mundo siete ejemplos de especies exóticas invasoras y dañinas que son emblemáticas en América Latina.
Fue introducido en el sur de Argentina y Chile y ocupa Tierra del Fuego, generando diques que destruyen los bosques nativos.
Los primeros 20 castores fueron introducidos en Tierra del Fuego por la armada de Argentina con la idea de que los habitantes locales iniciaran un comercio de pieles.
Pero ante la falta de depredadores naturales —como osos y coyotes— estos roedores semiacuáticos se han reproducido rápidamente y se estima que su población supera los 100.000 individuos.
El castor roe los árboles hasta derribarlos y los troza para construir su madriguera.
Si bien los árboles en América del Norte pueden crecer otra vez después de haber sido afectados por estos roedores, los de Sudamérica mueren luego de ser roídos por estos animales.
Pauchard cita como ejemplo la mimosa (Acacia dealbata), el retamo espinoso (Ulex europaeus) y el marabú (Dichrostachys cinerea).
“En Sudamérica hay muchas especies de plantas que fueron introducidas como ornamentales, forestales o para controlar la erosión”.
“Algunas de ellas crecen de manera descontrolada compitiendo con las especies nativas, causando daños económicos y aumentando la frecuencia de incendios”, señaló el experto.
La mimosa, por ejemplo, una planta originaria de Australia, fue introducida como planta ornamental para jardines por sus flores amarillas.
Pero el árbol es un gran superviviente. Crece rápidamente, se adapta a cualquier tipo de suelo y segrega una sustancia que dificulta el crecimiento de otras plantas en sus proximidades, por lo que las especies nativas no logran competir.
El retamo espinoso, originario de Europa, también compite con especies nativas por nutrientes, además de formar densos matorrales difíciles de erradicar y propagar incendios por ser muy inflamable debido a sus resinas.
En este grupo se encuentran el mejillón dorado (Limnoperna fortune), el caracol africano (Achatina fulica) y el caracol venenoso de mar (Rapana venosa).
“Se han introducido moluscos terrestres y marinos con múltiples impactos, desde la trasmisión de enfermedades como el caracol africano, hasta la destrucción de infraestructura como el mejillón dorado. Esto ocurre en toda Sudamérica”, afirmó Pauchard.
En el caso del mejillón dorado, se cree que esta especie originaria de China llegó a América del Sur a través del agua de lastre de embarcaciones transoceánicas.
El agua de lastre es el agua cargada en el puerto de origen que transporta un barco cuando viaja con las bodegas vacías para no darse vuelta en el mar. Cuando llegan a su puerto de destino los barcos descargan el agua liberando los mejillones.
El caracol gigante africano carga con diversos parásitos en sus tejidos y secreciones de baba. En contacto con las personas, los parásitos pueden causar diversas afecciones como la meningoencefalitis eosinofílica.
Estos moluscos ocluyen caños y tomas de agua para consumo humano, así como canales de riego y tomas en generadores de centrales eléctricas.
Los peces invasores son un problema en zonas costeras y cursos de aguadulce de Sudamérica.
El caso emblemático es el pez león (Pterois volitans), que fue introducido como pez de acuario y liberado en el Caribe y que actualmente está dispersándose hacia Sudamérica.
Es un voraz predador y debido a sus espinas exteriores, muy difícil de controlar.
Originario de Indonesia, está presente en el Atlántico desde mediados de los 80. La FAO señala que “el pez león es un verdadero espécimen exótico que llama la atención. De su cabeza emergen brillantes y venenosas espinas.”
“Su resistencia a los elementos es asombrosa. Sin un depredador natural que los mantenga a raya, el impacto del pez león en las poblaciones de las especies de peces nativos y las comunidades que dependen de ellas, ha sido devastador”.
Entre los ejemplos citados por Pauchard están la avispa chaqueta amarilla (Vespula germanica) y el abejorro europeo (Bombus terrestres).
“Los insectos pueden ser de origen accidental o intencional. Avispas como la V. germanica se han introducido accidentalmente y son depredadoras de especies nativas y afectan el bienestar humano”, explicó Pauchard
La avispa chaqueta amarilla es originaria del norte de Europa. Cuando atacan una colmena en busca de miel y de polen, estas avispas llegan a desplazar a las abejas que la habitan, dejándola vacía. También se alimentan de frutas, por lo que dañan plantaciones de manzanas y otras especies. Y además son carnívoras, por lo que atacan al ganado e incluso a las personas. Su picadura es peligrosa, porque el veneno puede generar una reacción alérgica.
El abejorro europeo (Bombus terrestris) se ha expandido rápidamente en Chile provocando la reducción de la presencia del abejorro patagónico (Bombus dahlbomii).
Varios anfibios también se han vuelto invasores, compitiendo con las especies nativas y depredando la fauna nativa.
La rana toro (Lithobates catesbeianus) puede llegar a medir 20 cm.
Es una de las especies más nocivas por varios motivos: tiene un alto potencial reproductivo, las larvas producen secreciones tóxicas y por tanto carecen de depredadores naturales fuera de su área de origen, y puede transmitir patógenos.
Es originaria de América del Norte y se ha expandido debido a la cría en cautiverio para consumo humano y su uso como mascota.
Tiene un grave impacto en los ecosistemas, ya que reduce las poblaciones de especies nativas y transmite patógenos como el Batrachochytrium dendrobatidis, el hongo que ha causado el declive de anfibios a escala global.
El consumo de ejemplares nacidos en aguas contaminadas puede afectar a la salud humana.
Es una enfermedad que afecta a los anfibios (ranas y sapos) nativos de Sudamérica, originaria de Sudáfrica. Causa la muerte de los anfibios y ha generado el declive mundial de este grupo.
Se estima que de las cerca de 500 especies que están en caída por esta plaga, más de 400 viven en América Latina.
La quitridiomicosis ataca la piel de los anfibios e impide el correcto balance de agua, sales y minerales, generando un fallo cardíaco en los animales.
También puede interrumpir la respiración de la piel y producir toxinas que alteran la respuesta inmunológica.
El aumento de la amenaza de las especies invasoras se deben a que el comercio internacional ha crecido exponencialmente en las últimas décadas en Sudamérica y en el mundo, aumentando así la entrada de especies para cultivos, crianza de animales, acuicultura, mascotas, y también las introducciones accidentales de insectos, hongos patógenos y microorganismos, según explicó Pauchard.
“El transporte aéreo, terrestre y marítimo es el vector que permite la llegada de nuevas especies tanto intencionales como accidentales“.
Cada país debe adoptar una estrategia de bioseguridad que incluya controles prefrontera y respuestas rápidas apenas se detecta una especie potencialmente invasora, afirmó el experto de Chile.
Y la ciencia ciudadana también puede jugar un papel importante.
¿Qué podemos hacer en nuestros propios países para ayudar a combatir las especies exóticas dañinas?
“Lo más importante es que cada ciudadano debe exigir a las autoridades ambientales de sus países que consideren a las especies invasoras como un problema importante para la biodiversidad y el bienestar humano y que implementen estrategias nacionales para controlarlas”, señaló Pauchard.
Y también debemos evitar la introducción y propagación de nuevas especies.
En ese sentido, “las recomendaciones más simples incluyen preferir especies nativas para plantar en nuestros jardines, no comprar semillas en internet, y evitar la liberación de mascotas y especies de acuario en ambientes naturales“.
“Hay muchas historias trágicas de cómo liberaciones de especies, para evitar su sufrimiento, terminan causando un impacto desastroso en la biodiversidad de un lugar. En estos casos, es importante que pidan consejo a su veterinario”.
Era un secreto a voces, pero se ha ido confirmando: Chile es uno de los países en el mundo donde se paga más dinero por medicamentos, llegando a un 2,02% por sobre el promedio global.
Así lo confirmó el proveedor de atención médica digital Medbelle, que desarrolló un índice comparativo en 50 países en que se buscó revelar las diferencias de costo de algunos de los fármacos más ampliamente reconocidos por los médicos e indispensables en el día a día de los ciudadanos.
El estudio comparó el precio de 13 medicamentos farmacéuticos prevalentes dólar por dólar, sin importar si se pagan directamente del bolsillo del paciente o por su sistema de salud.
Los medicamentos elegidos para la comparación abarcan una variedad de condiciones comunes; desde enfermedades cardíacas y asma, hasta trastornos de ansiedad y disfunción eréctil. Se incluyeron los precios medios tanto del compuesto de la marca como de sus versiones genéricas, para tener un perfil completo de cada medicamento. Por último, se normalizó el tamaño de la dosis para que el precio fuera comparable.
El experto en química, dirige el Centro de Bioinformática y Biología Integrativa de la Universidad Andrés Bello, en otros proyectos de ciencia de frontera, desarrolla investigación que une la biología computacional con la astroquímica y la astrobiología. En este nuevo capítulo de Homo Science -el programa científico conducido por el Editor General de El Mostrador, Héctor Cossio- el profesor González Nilo cuestiona, a través de la evidencia que proporciona el estudio de organismos extremófilos, si el agua sigue siendo el elemento vital para la vida, al considerar que algunos de estos, como los tardígrades u «Osos de agua», ya han pasado la prueba de fuego al sobrevivir en el espacio exterior.
El análisis de fósiles de tiburones, rayas y quimeras encontrados en el centro y sur de Chile permitió a científicos identificar y conocer el comportamiento de esas especies costeras durante el Mioceno temprano.
El descubrimiento de una nueva especie extinta de tiburón sierra, Pristiophorus humboldti, sumado al hallazgo del primer fósil de un tiburón del grupo de las musolas isas (Mustelus) para el Pacífico de Sudamérica y el primer registro fósil del tiburón zorro (Alopias superciliosus) para Chile, fueron algunos de los resultados del estudio realizado por científicos de la Universidad de Viena, la Universidad Austral de Chile y la Universidad de Mánchester, que permitió aumentar de 13 a 21 el número registrado de condrictios, es decir, tiburones, rayas y quimeras del Mioceno temprano en Chile.
Los condrictios son peces con esqueleto cartilaginoso que aparecieron hace más de 450 millones de años en la tierra. El registro fósil de estos peces en Chile es abundante durante el Mioceno medio a tardío, esto es, entre 16 a 5 millones de años antes del presente. Sin embargo, hasta ahora la evidencia de su existencia durante el Mioceno temprano (23 a 16 millones de años) ha sido escasa, por lo que los hallazgos de la investigación liderada por Jaime Villafaña, biólogo marino y candidato a doctor en Ciencias Naturales de la Universidad de Viena configuran un avance sustancial en esta área.
Para el estudio se examinaron dientes y placas dentales fósiles de condrictios colectados de tres formaciones geológicas situadas en el centro y sur de Chile: Navidad, en el litoral central; Ranquil, en la península de Arauco; y Lacui, en Chiloé. Los fósiles colectados por el Dr. Sven Nielsen, académico del Instituto de Ciencias de la Tierra de la Universidad Austral de Chile, docente del Doctorado de Ecología y Evolución y coautor del estudio, permiten expandir el conocimiento sobre condrictios del Mioceno temprano hacia el sur, que hasta ahora no contaba con registros.
Entre las múltiples revelaciones de este estudio, sobresale el registro inédito de una especie de tiburón, ya extinta, que habitaba la costa entre Perú y Chile, por la corriente de Humboldt, motivo por el que se le nombra como Pristiophourus humboldti o tiburón sierra de Humboldt.
La investigación encabezada por Jaime Villafaña ha sido fundamental por documentar vertebrados marinos que existieron en un periodo más cálido, como lo fue el Mioceno temprano, y que, posteriormente con la disminución drástica de la temperatura y la formación de las masas de hielo en Antártida, evolucionaron, migraron o se extinguieron. Esto permite comparar con zonas y tiempos geológicos posteriores para entender la relación entre el cambio climático y las fluctuaciones en la diversidad de especies.
“Si el cambio climático que ocurrió en el pasado tuvo un efecto real en los condrictios del pasado, también podría tener un importante efecto el cambio climático actual”, afirma Villafaña.
En este sentido, el Dr. Nielsen explica, “La diferencia entre los cambios en el registro fósil con los cambios de hoy es la temporalidad. En el registro geológico estos cambios climáticos generalmente pasan a escala de cientos de miles de años y ahora lo vemos en muy pocos años. El problema no es el cambio como tal, sino la velocidad del cambio porque no da tiempo para adaptarse. Esa es la gran diferencia, porque cambio de temperatura siempre hubo, pero no a esta velocidad. Es el riesgo que corren muchos organismos que no logran adaptarse al clima. Enfrentan un peligro bastante mayor de extinción”.
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En el estudio, los científicos determinaron que la diversidad de bacterias que hay en las casas disminuye mientras el ambiente se vuelve más urbano. Crédito de la imagen: Bruno Thethe / Unsplash [Uso libre].
El nivel de urbanización de una población tiene un importante impacto en la diversidad y abundancia de bacterias y hongos presentes tanto en los hogares como en la población. Mientras los hogares rurales poseen más bacterias y menos hongos, en las ciudades ocurre a la inversa. Esto podría tener efectos en la salud humana, aumentando la predisposición a ciertas enfermedades no transmisibles, según concluyó un estudio realizado en poblaciones de Perú y Brasil.
Considerando que la urbanización genera cambios en la dieta, las casas y la exposición al medio, expertos de Inglaterra, Estados Unidos, Perú y Brasil buscaron determinar si el universo de microbios que hay en los hogares y en sus habitantes también se ve afectado.
Para ello, en su estudio publicado en Nature Microbiology analizaron poblaciones en la Amazonía, con diferente grado de urbanización, donde tomaron muestras en distintas partes de las casas y también del cuerpo de los habitantes.
Las muestras fueron recolectadas en Checherta, un pueblo aislado en la selva amazónica peruana; el poblado rural Puerto Almendra, en Perú; la ciudad peruana de Iquitos, y la metrópoli Manaus, en Brasil.
En esta ciudad, además, se incluyeron viviendas de bajos y medianos ingresos, para ampliar la perspectiva. Eso permitió un espectro de muestras de casas que iban desde chozas de paja sin paredes, casas de madera sin cañerías, hasta inmuebles con mayores comodidades.
Las colectas se hicieron en paredes, pisos, camas o hamacas, sillas, mesas, grifos o contenedores de agua, entre otros. Las muestras humanas se tomaron en la piel del brazo, mano y pie, además de muestras orales, nasales, anales y fecales.
Con ello los científicos determinaron que la diversidad de bacterias que hay en las casas disminuye mientras el ambiente se vuelve más urbano. Pero en el caso de los hongos, ocurre lo opuesto.
En efecto, al comparar las muestras, hongos como Malassezia, Aspergillus y Candida —hongos asociados a la piel— fueron más abundantes en ambientes urbanos, y también en sus habitantes. Por ejemplo, muestras tomadas de los pies de los habitantes de bajos ingresos evidenciaron diferentes marcadas para Candida (0,66 por ciento en Checherta versus 8,24 por ciento en Manaus) y Aspergillus (0,23 por ciento en Checherta versus 6,03 por ciento en Manaus).
Así, el estudio determinó que los habitantes de los hogares rurales o selváticos estaban expuestos a menos hongos que colonizan el cuerpo, en comparación con los citadinos.
“El grado de urbanización se correlaciona con cambios en la composición del microbioma. En este contexto, una caracterización exhaustiva y extensiva del microbioma de las poblaciones sudamericanas en distintos contextos de urbanización aportará nuevos datos sobre esta relación y su rol en la salud”.
Gregorio Iraola, Instituto Pasteur de Montevideo (Uruguay).
“Este último resultado nos sorprendió”, dijo a SciDev.Net María Gloria Dominguez-Bello, académica del Departamento de Bioquímica y Microbiología de la Universidad de Rutgers, en Estados Unidos, y coautora del estudio. “Estamos tratando de comprender cómo se altera el ambiente natural con las ciudades. Lo que pasa con los hongos es algo que no entendemos bien aún”, agrega.
Una de las razones de la mayor presencia de los hongos en las ciudades podría ser la temperatura más cálida que suelen haber en los hogares urbanos, donde el intercambio de aire es más reducido al igual que la luz natural. Pero los productos de limpieza también podrían jugar un rol crucial.
Los investigadores observaron que la diversidad de productos químicos que terminan adheridos a las superficies interiores de los hogares aumenta drásticamente con la urbanización, pues hallaron que las moléculas derivadas de medicamentos y agentes de limpieza estaban en el interior de los hogares urbanos, pero no en las casas rurales.
Con los datos obtenidos los investigadores creen que un mayor uso de productos antimicrobianos y de limpieza en los entornos urbanos haría que los hongos sean menos sensibles a estos agentes y aumente su presencia.
“Por un lado, los productos de limpieza son buenísimos porque con ellos controlamos los focos de infección, pero por otro están limitando la exposición de los bebés a los microorganismos”, lo que hace que el sistema inmune no se desarrolle como debiera, dijo María Gloria Dominguez-Bello. Esa sería una de las posibles explicaciones de que las llamadas enfermedades modernas — como el asma o las alergias, entre otras— sean hoy una epidemia, agregó.
Asimismo, estudios anteriores realizados por los investigadores hallaron que la microbiota humana también es afectada por la urbanización. En esta investigación en particular observaron que la diversidad de hongos en la microbiota disminuye con la urbanización.
“Este estudio demuestra que el grado de urbanización se correlaciona con cambios en la composición del microbioma. En este contexto, una caracterización exhaustiva y extensiva del microbioma de las poblaciones sudamericanas en distintos contextos de urbanización aportará nuevos datos sobre esta relación y su rol en la salud. Este es el objetivo principal de Latinbiota, un proyecto internacional que actualmente llevamos a cabo en colaboración con más de 10 países latinoamericanos”, comentó a SciDev.Net Gregorio Iraola, investigador del Instituto Pasteur de Montevideo, Uruguay, que lidera ese estudio regional.
Latinbiota busca analizar y caracterizar la microbiota de la población de Latinoamérica, y cuenta con el apoyo del Instituto Sanger de Inglaterra. El trabajo se construye sobre la base de la dieta de la región —diferente a la europea, por ejemplo— puede condicionar la composición de microorganismos presentes en los intestinos. Conocer estas características puede ayudar a evaluar el uso de fármacos cuyo efecto puede ser afectado por la composición de la microbiota, y diseñar tratamientos a medida para la población regional.
Si bien los resultados del trabajo no se pueden generalizar a todas las ciudades, sí dan una idea de lo que está ocurriendo, dijo a SciDev.Net Gonzalo Osorio, académico del Programa de Microbiología del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, y quien no fue parte del estudio. “Aunque puede haber diferencias específicas según el lugar, las consecuencias serían las mismas”, agregó.
Por otro lado, entender qué pasa con estos microorganismos es cada vez más importante en el contexto del cambio climático. “Las bacterias dependen mucho de la temperatura. Solo un pequeño cambio en ella puede aumentar enormemente su proliferación”, explica el experto.
“Cuando se habla de polvo o tierra se lo asocia con algo sucio. Y eso no es así. No se trata de que todos volvamos a vivir a la selva, pero sí de volver a tener contacto con la tierra”, dice María Gloria Dominguez-Bello. Esta limitación hace más importante el entender cómo la vida en las ciudades afecta a estos microorganismos para lograr proteger a los que son beneficiosos para el ser humano.
La OMS afirma que los enfermos pueden presentar dolor de cabeza, dificultad respiratoria, vértigo, dolor torácico, hemorragias nasales y palpitaciones anormales.
La hipertensión es una de las enfermedades más comunes en Chile y es el principal factor de riesgo al que se le atribuyen la mayor cantidad de muertes por enfermedades cardiovasculares, cerebrovasculares y renales.
Según el Ministeriod e Salud «se estima que 56,4% de las muertes por enfermedad isquémica cardíaca, 56,3% de la enfermedad cerebrovascular, 100% de la enfermedad hipertensiva del corazón, y 55.6% de la enfermedad renal crónica son atribuibles a la presión arterial (PA) sistólica elevada».
La evolución es la madre de todas las batallas. Comprender cómo han cambiado los organismos a lo largo del transcurso de la historia en la tierra, permite establecer comparaciones que ayudan a entender procesos fisiológicos y fisiopatológicos presentes en la actualidad.
En este camino, y ya por varios años, Juan Cristóbal Opazo, Licenciado en Ciencias Biológicas de la Pontificia Universidad Católica de Chile y Doctor en Ciencias Biológicas mención Ecología también de la Pontificia Universidad Católica de Chile, ha generado variados conocimientos.
El Dr. Opazo, siempre tuvo curiosidad por la naturaleza, esto lo llevó a tener cierta certeza de que la biología era el camino adecuado: “Una vez en la universidad tuve curiosidad por distintas áreas de la biología, pero no tenía claro en que me quería especializar. De hecho, esta no definición me llevó siendo estudiante de licenciatura en ciencias biológicas a tomar muchos cursos de la malla de la carrera de bioquímica. Una vez terminados mis estudios de licenciatura, ingresé a un programa de magister en bioquímica, duré menos de un semestre, pero me di cuenta de que me gustaban las cosas moleculares, pero no como lo veían los bioquímicos. Finalmente ingresé al programa de doctorado en ciencias mención ecología en donde hice una tesis en evolución molecular, rama de la ciencia que nunca más abandoné”.
En la actualidad el doctor Opazo vive en la ciudad de Valdivia, donde realiza sus investigaciones en evolución de canales iónicos, los cuales, se ha demostrado, tienen un gran rol en la aparición de múltiples cuadros fisiopatológicos, he ahí la relevancia de comprender su historia.
¿Cuáles son sus intereses de investigación?
Mi interés de investigación es entender como evolucionan los genomas de los vertebrados. Para esto hemos estudiado patrones de ganancia y pérdida de genes, el rol de la selección natural a nivel molecular, patrones de expresión y tasas de evolución en distintos grupos de genes que cumplen funciones conocidas en la fisiología de los vertebrados. Mas en la actualidad también estamos interesados en entender las bases genéticas de la diversidad biológica, y para ellos nos hemos asociados con grupos de investigación en donde hacemos ensayos funcionales para entender las consecuencias de la variación existente en el árbol de la vida de los vertebrados.
¿Qué es lo más relevante que han descubierto en sus investigaciones?
En el transcurso de nuestra investigación hemos aportado en distintos aspectos acerca de la evolución de los genomas de los vertebrados. Dentro de los mo importante evante be¡vestigacimostrado proceso evolutivo ha reinventado la rueda innumerables veces durante la historia de losás relevantes podría destacar que nuestra investigación ha mostrado que grupos de genes que están “detrás” de distintas funciones fisiológicas de vertebrados (ej., transporte de oxígeno, trasporte de calcio) han sido reinventados múltiples veces durante la historia evolutiva del grupo. Lo anterior en lenguaje sencillo quiere decir que el proceso evolutivo ha reinventado la rueda en distintas oportunidades durante la historia de los vertebrados. También nuestro quehacer científico nos ha mostrado que la variación que alberga la diversidad de vertebrados puede dar pistas fundamentales acerca de la relación estructura-función de las moléculas, esto es algo que estamos explorando mas recientemente y que pensamos que tiene un gran potencial.
¿Por qué dedicarse a esto y no a otra cosa?
La verdad es que no lo sé por que nunca me he dedicado laboralmente a otra cosa. Lo que si puedo decir es que el trabajo científico es una actividad intelectualmente desafiante y eso me atrae. Por otro lado, y dado que hoy más que nunca la investigación se concibe como una actividad colaborativa, la oportunidad de trabajar con gente de distintos lugares es una experiencia fascinante. Finalmente, tener la oportunidad de dejar una impronta en futuras generaciones de científicos es algo que no tiene precio.
En estos momentos, el Dr. Juan Opazo se he incorporado como investigador adjunto al Núcleo Milenio de Enfermedades Asociadas a Canales Iónicos, MiNICAD, centro de investigación de excelencia, perteneciente a la Iniciativa Científica Milenio, parte del Ministerio de Economía, Fomento y Turismo del Gobierno de Chile.
¿Por qué se incorporó a MiNICAD?
Mi incorporación al MiNICAD nace por lo que relataba con anterioridad, mi interés por comprender las bases genéticas de la diversidad biológica. Pienso que la variación genética existente en la diversidad de vertebrados puede entregar información fundamental acerca de la relación estructura-función, algo que está en línea con los intereses del MiNICAD. Es por esto, que la incorporación de nuestra línea de investigación al MiNICAD, pienso, es algo natural.
¿En qué cree usted aportarán las investigaciones de su equipo a MiNICAD?
Yo pienso que la incorporación de la avenida evolutiva en el quehacer del MiNICAD entrega una manera alternativa de enfrentar algunos de los objetivos del núcleo, pero además creo que le dará un toque distintivo entre los centros de investigación presentes en nuestro país donde la aproximación evolutiva no esta presente.
¿Cuáles son sus proyecciones a futuro?
En el futuro espero dirigir mi investigación hacia entender de manera experimental las bases genéticas de la diversidad biológica. Para lograr este objetivo es indispensable establecer colaboraciones con grupos de investigación que trabajen con aproximaciones complementarias a la que cultivamos nosotros. En este sentido ser parte del MiNICAD tiene un significado importante.
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Periodista: Patricio Grunert Alarcón. ®
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Piden considerar «las múltiples demandas de justicia social respecto a las temáticas de salud y medio ambiente, educación, pensiones y jornadas laborales justas y, por otra, información y evidencias relevantes respecto a las necesidades de las personas, que permitan trazar el acuerdo social que en estos días ha sido reconocido como necesario por todo el entramado social».