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El Instituto de Salud Pública de Chile (ISP) realizó una denuncia ante la Fiscalía Local de Ñuñoa por la venta ilegal en diversas páginas web del medicamento Sentis, cuyo principio activo es la Fentermina, un inhibidor del apetito.
Si bien cuenta con un registro ante el ISP (titular Laboratorio Chile), su indicación terapéutica aprobada es “para el tratamiento a corto plazo de la obesidad, junto con un régimen dietético para reducir el peso corporal en base a la restricción calórica, ejercicio y la modificación de los hábitos alimenticios, en pacientes con un índice de masa corporal (IMC) mayor o igual a 27 Kg/m2 en presencia de factores de riesgo como hipertensión, diabetes e hiperlipidemias”.
Este medicamento debe ser adquirido mediante receta cheque para asegurar que exista una adecuada prescripción médica. “Que existan estos canales ilegales para su adquisición resulta preocupante ya que significa que hay un riesgo potencial para la salud de las personas al no contar con supervisión médica y sin poder asegurar la calidad del producto adquirido”, señaló la directora del ISP, María Soledad Velásquez.
La autoridad sanitaria añadió que “este medicamento de acuerdo con su condición de venta sólo puede adquirirse en farmacias y establecimientos asistenciales, ya que sólo éstos pueden asegurar las condiciones adecuadas para su dispensación”.
La entidad ha recibido notificaciones de reacciones adversas ocasionadas por la Fentermina, como por ejemplo, taquicardias, agitación, ansiedad, malestar general, boca seca, entre otros por lo que la directora hace hincapié en la necesidad de no autoprescribirse estos tratamientos.
En Chile existen nueve productos farmacéuticos que contienen Fentermina como principio activo con registro sanitario vigente, todos autorizados para el tratamiento a corto plazo de la obesidad, entre los que figuran Fentex, Compulxine, Sentis, Finapet, Elvenir y Obexol.
Las acumulaciones de Tau alteran las neuronas promotoras de la estela. Los hallazgos ayudan a explicar por qué las siestas durante el día y las interrupciones del sueño a menudo se informan en pacientes con Alzheimer.
Casi toda la vegetación de la zona afectada sobrevivió al desastre nuclear. E incluso en las áreas más radiactivas, la flora se recuperó en tres años. Pero ¿qué tienen las plantas para que hayan podido adaptarse a un entorno como ese
Chernóbil se convirtió en sinónimo de catástrofe.
El desastre nuclear de 1986, revivido recientemente a través de la serie de televisión que lleva el mismo nombre, causó cánceres en miles de personas, trasformó una zona poblada en una ciudad fantasma y se creó un área de exclusión de 2.600 kilómetros cuadrados.
Pero la zona de exclusión de Chernóbil no está desprovista de vida. Lobos, jabalíes y osos, entre otras especies, regresaron a los frondosos bosques que rodean la antigua planta nuclear en el norte de Ucrania.
Infectólogos y especialistas en microbiología reunidos en la Universidad de Valparaíso analizaron el actual escenario que enfrenta nuestro país y dieron a conocer cuáles son las principales patologías emergentes y qué zonas del territorio nacional son las más expuestas a sufrir sus efectos. Llamaron tanto a autoridades como a especialistas a enfrentar el desafío de prevenir la aparición de brotes de enfermedades infecciosas de origen tropical no endémicas, “para algunas de las cuales existen vacunas, exámenes y tratamientos y para otras no”, señaló el médico infectólogo Rodrigo Cruz. Al mismo tiempo la pediatra infectóloga Karen Ducasse alerta sobre otro aspecto central en este tema: la necesidad de actualizar los planes de vacunación, especialmente los dirigidos a niños.
Los cambios en el clima, el fenómeno migratorio, el auge del turismo y los movimientos antivacunas están modificando el escenario epidemiológico nacional a tal punto que los expertos auguran el surgimiento inevitable de brotes de complejas -y en algunos casos mortales- enfermedades infecciosas de origen tropical que hasta hace algunos años eran inexistentes en el territorio de Chile continental, como la fiebre amarilla, la malaria, la tiña corporis, la lepra, la tuberculosis multirresistente, la leishmaniasis, la filariasis linfática, la histoplasmosis y estrongiloidiosis, entre otras.
El tema se analizó en profundidad por médicos infectólogos y especialistas en microbiología reunidos en la X Jornada de Infectología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso, espacio en el que dieron a conocer cuáles son las principales nuevas patologías que amenazan a los chilenos, cuáles de ellas ya están presentes en nuestro país, qué zonas son las más afectadas y qué tipo de personas son las más expuestas a sufrir sus efectos.
Frente a esta realidad, el médico infectólogo de la U. de Valparaíso Rodrigo Cruz -coordinador general del encuentro- aseguró que esta situación es una realidad que no se puede desconocer y que, por consiguiente, el Estado debe preocuparse de diseñar y aplicar, a la brevedad, un plan estratégico de vigilancia de enfermedades emergentes, así como, también, campañas específicas destinadas a informar en forma oportuna y adecuada a la población de los eventuales riesgos a los que podría estar expuesta.
“En Chile persiste la tentación de asociar este tema sólo con el arribo de inmigrantes, lo que es incorrecto, ya que en él están involucradas muchas otras variables. Por ejemplo, es un hecho que algunos chilenos que han viajado por vacaciones o trabajo a ciertos países de América, África o Asia regresan infectados o traen consigo microorganismos parásitos que son una amenaza latente, o como ya ocurre en el norte, en Arica y Parinacota, donde el cambio climático está generando condiciones propicias para que el mosquito que trasmite el dengue o la fiebre amarilla se reproduzca y permanezca allí”, argumentó el doctor Cruz.
«Lo concreto es que hoy, tanto las autoridades como los especialistas, enfrentamos el desafío de prevenir la aparición de brotes de enfermedades infecciosas de origen tropical no endémicas causadas por virus, bacterias, hongos y gusanos parásitos, para algunas de las cuales existen vacunas, exámenes y tratamientos y para otras no», agregó.
El infectólogo descubrió el año pasado la presencia del Cryptococcus gattii por primera vez en Chile, específicamente en Limach. Las esporas de este peligroso hongo originario de las selvas tropicales, al ser inhaladas por las personas, pueden causar severas infecciones pulmonares y meningitis. Por eso el especialista sostuvo que es imperioso contar con centros de vigilancia y de diagnóstico para viajeros, tamizajes, medicamentos y planes de vacunación especialmente enfocados en estos aspectos.
Además, aseguró que este desafío también impactará en los planos académico y clínico.
“Esto nos lleva a plantearnos también si la forma en que enseñamos la medicina en Chile y el modo en que preguntamos en los exámenes -principalmente el Eunacom, que se basada en el estudio y descripción de cuadros y no en el estudio de las patologías- nos sirve efectivamente para hacer frente a lo señalado”, sentenció Cruz.
En línea con lo anterior, la pediatra infectóloga Karen Ducasse, quien también es docente de la Escuela de Medicina de la UV, alertó sobre otro aspecto central en este tema: la necesidad de actualizar los planes de vacunación, especialmente los dirigidos a los niños.
“Los fenómenos descritos van a cambiar, mejor dicho, están cambiando irreversiblemente el perfil epidemiológico de nuestro país. Y para estar preparados es necesario conocer el estado de vacunación, la cobertura de inmunización, los patrones de enfermedad y qué desplazamientos tienen los migrantes que llegan y también los chilenos que viajan, para saber a qué tipo de nuevas enfermedades pudieran estar expuestos, cómo y dónde viven hoy y qué barreras tienen para acudir al servicio de salud”, aseguró la especialista.
En lo específico, la doctora Ducasse advirtió que una arista relevante en esto es el tema del hacinamiento de quienes llegan a Chile, en especial de los niños, que por lo general son los que menos cumplen con la cobertura necesaria de vacunas.En efecto, el 14% de los migrantes que arriba a nuestro país corresponde a niños y adolescentes menores de 15 años, de los cuales el 11% viven hacinados y presentan inmunidad subóptima en DPT, sarampión, polio y tuberculosis. Otro tanto exhibe déficit vacunatorio en patologías como la poliomielitis, rotavirus, fiebre amarilla, rubeola, sarampión, difteria y paperas.
En el caso del cáncer, la industria se beneficia de las investigaciones que ya comenzaron a finales de los años 80, ya que existen muchos medicamentos y se ha alargado la vida de los pacientes. Y en el caso del alzheimer se ha tratado de desarrollar medicamentos que hagan más lento el avance de la enfermedad, aunque nadie ha descubierto por ahora nada que la frene por completo.
La Dra. Ulrike Kemmerling Weis ha dedicado varios años de su destacada trayectoria científica a tratar de comprender la infección por Trypanosoma cruzi, parásito unicelular causante de la Enfermedad de Chagas. En ese sentido, y según palabras de la investigadora, se sabe mucho sobre cómo éste invade a células individuales y cómo responden las células hospederas (incluyendo a los receptores involucrados en el hospedero, las vías de transducción de señales que activa y mecanismos de ingreso a los distintos tipos celulares). Sin embargo, no se tiene tanta información sobre cómo el parásito invade tejidos.
“Este parásito no solamente tiene que entrar a la célula, sino que debe lidiar con los diversos factores que están en la matriz extracelular, entre ellos: fibras como el colágeno, proteoglucanos y glicoproteínas, que forman una red tridimensional tremendamente compleja”, explica la académica.
Al momento de interesarse por esta área de estudio, la doctora Kemmerling tuvo que encontrar un tejido indicado para comenzar los análisis. Bajo esta búsqueda, y gracias al apoyo de una colega del Programa de Anatomía y Biología de Desarrollo del Instituto de Ciencias Biomédicas (ICBM), Dra Cleo Bosco, que trabajaba estudiando la preeclampsia, descubrió que la placenta podría ser un modelo muy interesante para estudiar una infección en tejido.
“Al estandarizar el modelo de infección, nos dimos cuenta de que infectar placenta no era fácil. En ese sentido, si uno analiza una biopsia de miocardio de un paciente con Chagas, se observa que las células del corazón están llenas de parásitos. Sin embargo, es muy difícil poder observar esto mismo en el tejido placentario. La unidad morfofuncional de la placenta es la vellosidad coriónica libre, si uno elimina el epitelio que reviste a la vellosidad coriónica (el trofoblasto), sólo en este caso podemos apreciar un número significativo de parásitos en el tejido”, destaca la investigadora del ICBM.
El equipo de la Dra. Ulrike Kemmerling se planteó que podrían existir mecanismos antiparasitarios locales de la placenta, lo cual se correlaciona con que las tasas de transmisión congénita son bajas. Sin embargo, esto no significa que estas tasas no sean relevantes epidemiológicamente, muy por el contrario, permiten tanto la perpetuación de la enfermedad asi como su globalización. Adicionalmente, las drogas que existen actualmente para el tratamiento de la Enfermedad de Chagas no se pueden usar en el embarazo porque son teratogénicas.
“Los tratamientos farmacológicos con benznidazol y nifurtimox son tratamientos largos que producen efectos secundarios adversos; por otro lado, no son muy efectivos, ya que el parásito está escondido adentro de la célula. Cabe destacar que en niños los tratamientos son más eficaces y por ende es fundamental conocer la fisiopatología de la transmisión congénita para poder así detectarla tempranamente.
En el contexto de buscar mecanismos antiparasitarios, nos planteamos que el recambio epitelial del trofoblasto tenía algo que ver en este fenómeno, ya que cuando el parásito se transmite de madre a hijo, lo hace por medio de la sangre hacia la placenta”, acota la Dra. Kemmerling.
El rol del trofoblasto
El trofoblasto es el primer tejido de origen fetal en contacto con la sangre materna; es un epitelio de revestimiento conformado por dos capas y de las cuales la capa basal posee capacidades proliferativas. “Esas células después se diferencian y se fusionan con una capa superficial que forma un sincicio, esa incorporación continua de células de la capa basal se contrarresta con la formación de nodos sinciciales que se desprenden hacia la sangre materna y después son eliminados a nivel pulmonar; de hecho, se utilizan como diagnóstico de patologías del embarazo, entre ellas: preeclampsia y eclampsia”.
Cualquier patógeno antes de invadir tiene que adherirse a la superficie, en presencia del parásito aumentan los procesos celulares vinculados con este cambio epitelial. “Aumenta la proliferación, diferenciación y la muerte celular del tipo apoptosis que está involucrado en esos nodos sinciciales en concentraciones bajas del parásito”, agrega.
Por otro lado, los investigadores observaron que en presencia del parásito aumenta la expresión de receptores de reconocimiento de patógenos tipo TLRs (Toll-like receptors) en el trofoblasto y se induce un perfil de citoquinas proinflamatoria muy específico. Este perfil de citoquinas podría constituir otro mecanismo de defensa ante la presencia del patógeno.
“Hicimos experimentos en donde expusimos a estos explantes de placentas con Trypanosoma y adicionalmente con Toxoplasma gondii, otro protozoo parásito pero que presenta tasas de transmisión congénita altas cuando la primoinfección ocurre durante el embarazo. Allí encontramos que en presencia de T. gondii, no hay recambio epitelial acelerado sino destrucción tisular y el perfil de citoquinas es más bien inmunomodular, explica. En ese sentido la académica deja en claro el importante rol local de la placenta. “La placenta se considera parte esencial del sistema inmune, y no solamente un ente que ayuda en el intercambio de nutrientes y gases entre madre e hijo”, puntualiza.
Tanto la Dra. Kemmergling como su equipo están enfocados actualmente en el proceso de recambio epitelial, observando qué pasa con la diferenciación celular a nivel del trofoblasto. “Elegimos la diferenciación porque hay marcadores bioquímicos y celulares más validados, y uno de ellos es la hormona Gonadotropina Coriónica Humana (GCH), la cual es solamente sintetizada por el trofoblasto. Específicamente estamos estudiando como el proceso de diferenciación celular del trofoblasto está regulado por los microRNA. Interesantemente, hay miRNAs que son placenta-específicas y que pueden ser detectadas libremente en el plasma sanguíneo o en exovesículas tales como los exosomas. Por ende, podrían ser valiosos en el futuro como marcadores de diagnóstico o pronóstico de la enfermedad o de la probabilidad de transmisión”, señala.
“Publicamos un paper en la revista Parasite and Vectors donde estudiamos en placenta humana los cambios a nivel de expresión génica, utilizando distintas concentraciones de parásitos e incubándolos por distintos tiempos. Ahí vimos cuántos genes aumentan y disminuyen su expresión, también analizamos que vías de señalización y procesos metabólicos están involucrados. Todos estos análisis nos permitieron tener una visión general del tema con procesos validados”, finaliza.
Fuente: 4ID/CONGRESS, Todos los derechos reservados. ®
Periodista: Patricio Grunert Alarcón. ®
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La doctora en Bioquímica, Valentina Parra, recibió el premio a Mejor Científica del Año, que entrega la Academia Chilena de Ciencias y distingue a investigadoras jóvenes.
Desde que era niña y hasta los quince años, el sueño de la científica chilena Valentina Parra fue convertirse en bióloga marina. Los programas que veía en televisión, cuenta, sobre el océano y los misterios que existen en él —en particular, El mundo submarino de Jacques Cousteau—, la obsesionaron con estudiar el fondo del mar. Pero una mañana, en su clase de Biología de segundo medio, la profesora le permitió acercar sus ojos por primera vez a un microscopio. En ese momento, dice, nació otra obsesión: descubrir el mundo celular.
—Me enamoré de las células, entendiéndolas como unidades de vida —dice la doctora en Bioquímica, de 37 años—. Me fascinaba que se supiera poco de ellas, que se desconocieran algunas de sus estructuras y funcionamientos. Siempre me gustó observar, y cuando pude ver a través de un microscopio, no hubo vuelta atrás. Ahí decidí que estudiaría lo más pequeño.
La bioquímica Valentina Parra, Mejor Científica
del Año 2019.
Hoy, Parra divide sus investigaciones entre el Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Chile; el Centro Avanzado de Enfermedades Crónicas (Fondap ACCDIS); el Centro de Investigación en Ejercicio, Metabolismo y Cáncer; y el Centro de Investigación en Autofagia. En 2003, siendo estudiante de pregrado, fue becada para pasar una temporada en la Universidad de Liverpool —donde aprendió a usar tecnologías de vanguardia, como la microscopía confocal y bifotónica—, y en 2014 se trasladó a la Universidad de Texas a hacer un posdoctorado. En ambos sitios, cuenta, investigó uno de los de los componentes esenciales de toda célula: la mitocondria, ese pequeño motor que permite generar la energía necesaria para su funcionamiento.
Luego de regresar a Chile, se adjudicó un proyecto Fondecyt Regular, con el cual hoy investiga la variabilidad en la producción de energía de las mitocondrias, sus mecanismos de control de calidad, y la relación de ambas cosas con las patologías cardíacas que sufren las personas con Síndrome de Down desde temprana edad. El manejo de esos dos procesos, dice la bioquímica, podría ser la clave para combatir una de las principales causas de muerte en pacientes con esa condición, ya que tal vez podrían ser prevenidas con cambios en la dieta de sus madres durante el embarazo.
“Hay que saber incentivar a las niñas para que pasen por esto y lo disfruten, porque es apasionante. Es una responsabilidad de todos y estamos dando pasos importantes para allá”.
Esas investigaciones fueron las que le significaron, en junio de este año, recibir el premio a la Mejor Científica del Año, entregado por la Academia Chilena de Ciencias. Un galardón que busca estimular a las científicas chilenas menores de 40 años y promover su trabajo, con el fin de ayudar a disminuir la brecha que históricamente ha perjudicado a este género, tanto en acceso como reconocimiento dentro del mundo científico. Por eso, dice la ganadora, es muy importante que la sociedad y la academia sigan abriendo espacios donde las mujeres que hacen ciencia en Chile sean reconocidas. Y éstas mismas den el ejemplo a las que vendrán.
—Este premio reconoce tu carrera cuando todavía es corta y te dice que vas por buen camino —dice Valentina Parra—. Eso es fundamental, sobre todo porque la ciencia no es algo que te suelan fomentar cuando eres una niña. Tampoco es así con las ingenierías o las carreras tecnológicas. Esa es una responsabilidad que las científicas también debemos asumir.
—¿Esa tarea la deben afrontar ustedes mismas?
—Es una tarea muy grande, porque hay que saber incentivar a las niñas para que pasen por esto y lo disfruten, porque es apasionante. Es una responsabilidad de todos y estamos dando pasos importantes para allá. Pero sobre todo las científicas que somos reconocidas tenemos la tarea de marcar a las niñas, de dar un mensaje a las que vienen después.
—¿De qué forma?
—Por ejemplo, a mí me propusieron trabajar con el PAR Explora de la Región Metropolitana Norte, y acepté porque creo que la responsabilidad va por ahí: incentivar y comprometer a las niñas con las áreas científicas. Pero hay un problema mundial: la inversión en ciencia sigue siendo baja y no podemos incentivar sólo a que más y más niñas entren y se formen, también tenemos que generar espacios para que las futuras científicas tengan campo laboral.
—¿Crees que los científicos deben salir de los laboratorios?
—Esa es otra responsabilidad que tenemos en el mundo científico: recién hace diez o cinco años nos empezamos a dar cuenta de que no somos una elite. Sobre todo, en países como el nuestro, donde el aporte del Estado es fundamental para desarrollar la ciencia y la inversión privada es minoritaria. Tenemos el deber de dar a conocer lo que hacemos a toda la gente, que no es del campo científico, y explicar por qué nuestro trabajo es importante.
—Eso es algo que muchos ya están haciendo.
—Existe buena disposición, y nuestra mirada sobre la necesidad de divulgar ha cambiado mucho. Si la sociedad no conoce los aportes que realizamos, ¿por qué tendría que entender que parte de sus impuestos sean destinados a nuestro trabajo? Tenemos que preocuparnos de generar investigaciones importantes, sí, pero también de comunicarlas a todos.
La oxitocina se conoce como la hormona del amor y es importante en la regulación del comportamiento social y materno. El sistema de oxitocina en el cerebro puede ser clave para nuevos tratamientos para muchos trastornos de salud mental, incluida la depresión posparto. Un biólogo ha descubierto un grupo de células que son activadas por la oxitocina en un área de los cerebros de ratones hembra que no están presentes en la misma área en los cerebros de ratones machos.
Las estructuras dentro de las bacterias raras son similares a las que impulsan la fotosíntesis en las plantas de hoy, lo que sugiere que el proceso es más antiguo de lo que se suponía.
En abril de 2013, un video de la Organización Mundial de la Salud(OMS) advertía que uno de cada tres adultos padecía hipertensión. Alertaban, además, que “complicaciones derivadas son la causa de 9,4 millones de defunciones cada año” en todo el globo.
Se trata de una patología que se explica, según la OMS, porque “cada vez que el corazón late, bombea sangre a los vasos, que llevan la sangre a todas las partes del cuerpo. La tensión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de los vasos (arterias) al ser bombeada por el corazón. Cuanto más alta es la tensión, más esfuerzo tiene que realizar el corazón para bombear”.
El oftalmólogo de la clínica Ultravisión, Andrés Palma, especificó a BioBioChile que la hipertensión es sistémica y puede concluir en otras afecciones médicas: enfermedades al corazón, anomalías en los riñones, accidente cerebrovascular y problemas en los ojos.
“Los daños más frecuentes a la vista se originan a través de una trombosis. No es lo peor, pero es lo más común. Se llaman trombosis venosas retinales“, detalló Palma, añadiendo que también pueden generarse oclusiones en arterias, pero que son menos comunes.
El experto explicó que, tal como el resto del cuerpo, el ojo también presenta vasos sanguíneos encargadas de suministrar sangre para su funcionamiento.
“En ocasiones, por acción de la hipertensión, se obstruye el paso de la sangre (…) y al generarse eso, la vena simplemente no aguanta y se rompe, y ocasiona un sangrado dentro de la retina, la capa del globo ocular que recibe la luz y la transforma en impulsos nerviosos para que el cerebro las convierta en imágenes”, señaló.
“En algunos casos puede taparse sólo una venita, generando una trombosis de rama venosa retinal, que produce que se pierda la visión parcialmente. En otros casos se puede generar la obstrucción de la vena central de la retina y ahí los daños son más catastróficos”, dijo.
Si bien las trombosis son lo más frecuente, también puede ocurrir que “pacientes hipertensos crónicos severos, que no se tratan regularmente el padecimiento, generen exudados en la retina. Esto quiere decir que se liberan líquidos que originan un edema -hinchazón causado por la acumulación de éstos-, que concluye en problemas de visión”.
Palma detalló que lo más común es que los pacientes describan “sombras”, “manchitas negras”, “mosquitas” o “arañitas” flotando en el ambiente. “Eso, generalmente, tiene relación con el sangrado que hay dentro del ojo”, explicó.
Y es que ante una trombosis ocular, por ejemplo, “no sólo sangra a nivel de la retina, sino que la sangre se dirige hacia el vitreo, una especie de gelatina que rellena el ojo. Entonces, cuando éste se tiñe de sangre, los pacientes perciben que en un momento empezaron a ver menos o borroso”, indicó.
La recomendación del experto es siempre estar atento a los cambios bruscos en la vista. “Si es de un día para otro, si el paciente dice ‘ayer veía bien y hoy no sé qué me pasa’, se podría pensar que se trata de algo a nivel vascular”, agregó.
Palma especificó que, aunque hay tratamientos, la recuperación visual “nunca va a ser completa, siempre habrán secuelas”.
Los tratamientos van dirigidos a evitar que aparezcan alteraciones secundarias a las oclusiones venosas. Y es que, según el especialista, “como la retina tiene menos sangre y menos oxígeno, el cuerpo empieza a generar nuevos vasos sanguíneos anormales para tratar de mejorar esa zona, pero son alterados, no funcionan”.
“Eso es lo que hay que evitar que aparezca, porque podrían terminar produciendo un glaucoma -debido a la alteración de la presión intraocular-. Los medicamentos que se utilizan se inyectan directamente dentro del ojo. Algunos pacientes pueden tener buena recuperación, sobre todo cuando se trata de oclusiones venosas”, detalló. No obstante, especificó que si el diagnóstico es una oclusión de arteria retinal, el panorama es más complicado.
“Por eso es importante el tiempo. No es lo mismo que un paciente me diga ‘hace dos meses no veo bien de un ojo a que me diga que ayer empecé a ver alterado’. Mientras antes se realice el tratamiento se van a evitar las lesiones que aparecen más tarde”, puntualizó.
El oftalmólogo advierte que, además, hay que estar atentos a otros tipos de enfermedades que podrían afectar la visión. La más común: la diabetes. Esta puede generar complicaciones como cataratas o retinopatía diabética.
Respecto de la hipertensión, sólo recomendó “mantener la presión controlada con los medicamentos recetados y con la dieta que le haya recomendado el médico”. “Con un buen control se reducen mucho los riesgos de tener este tipo de alteraciones en los ojos”, señaló.
Finalmente, aconsejó un “autocuidado” que implica una prueba de visión una vez al mes. “Lo importante es que el paciente tenga la conciencia de cómo ve con cada ojo. Taparse un ojo y luego el otro y ver en qué condición está, es simple”, puntualizó.
De esta forma, detectando cualquier alteración tempranamente, los riesgos mayores podrían ser prevenidos con una consulta médica.