El campo de la biología sintética no solo observa y describe los procesos de la vida, sino que también los imita. Una característica clave de la vida es la capacidad de replicación, lo que significa el mantenimiento de un sistema químico. Los científicos del Instituto de Bioquímica Max Planck en Martinsried generaron un sistema que es capaz de regenerar partes de sus propios bloques de ADN y proteínas.

Fuente: https://www.sciencedaily.com/releases/2020/02/200218130501.htm

Ministro Couve activa red de investigadores para enfrentar virus emergentes en Chile como Covid-19

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Andrés Couve aseguró que ante la eventual llegada del coronavirus a Chile «tenemos la capacidad de investigación que complementa las capacidades de respuesta».

El ministro de Ciencias, Andrés Couve, se reunió este martes con expertos en virología de la Sociedad de Microbiología y la Sociedad de Bioquímica y Biología Molecular para coordinar las acciones de la cartera para completar las que ya ha tomado la de Salud en caso de que llegue el Coronavirus (Covid-19) a Chile.

«Hemos definido que tenemos que hacer al menos dos cosas que son relevantes: primero hacer una difusión de información de calidad y rigurosa sobre este virus que venga de comunidad científica (…) también dar la tranquilidad y seguridad que en Chile tenemos las capacidades para hacer en diagnóstico de esta enfermedad«, explicó el secretario de Estado.

Por otro lado, comentó que las medidas a largo plazo «son la activación y establecimiento de una red de investigadoras e investigadores en todo Chile en virología que nos permitan mejorar nuestra respuesta frente a virus emergentes y por lo tanto, dar cuenta que en el país tenemos la capacidad de investigación que complementa las capacidades de respuesta frente a un virus nuevo«.

Según reveló el ministro, «las líneas de acción van a comenzar inmediatamente con un incremento en nuestra difusión de información a través de nuestras redes sociales y también en puntos críticos a medida que vayamos avanzando».

Respecto a la participación del país en la creación de una vacuna contra el Coronavirus, agregó que «la investigación y desarrollo respecto no sólo a este virus, sino que a los virus en general se realizan de manera colaborativa, tenemos investigación de frontera en inmunología, en virología y esa investigación ya se realiza de manera muy estrecha con laboratorios e investigadores internacionales».

Por último, el titular de Ciencias hizo «un llamado a la tranquilidad, el 99% de los casos están en China, los casos que están fuera de China son pocos, las muertes fuera de China son solamente dos y por lo tanto en este momento no hay razón para alarmarse».

Por su parte, el vicepresidente de la Sociedad de Microbiología de Chile, Fernando Valiente, recalcó «que no tenemos ningún caso confirmado en Chile y queremos transmitir tranquilidad a la población de que nosotros como científicos tenemos todas las capacidades para poder abordar una eventual llegada del virus».

«Hoy día tenemos muchos investigadores trabajando en virología molecular que han sido invitados a diferentes conferencias para poder hablar de la epidemiología y del diagnóstico de este virus», agregó.

Leer más: www.radioagricultura.cl

Fuente: www.emol.com

Científicas de Chile y Uruguay estudian resistencia a los antibióticos por infecciones urinarias

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Analizan biofilms bacterianos e imágenes científicas en microscopios de última generación de ambos países. La alianza entre el Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile e Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, de Montevideo, espera aportar conocimiento para desarrollar políticas públicas más efectivas en hospitales de la región.

Grupos científicos de Chile y Uruguay han impulsado un proyecto para compartir capacidades y estudios relacionados con el procesamiento de imágenes en microscopios, de última generación, sobre estructuras de microorganismos bacterianos que amenazan a establecimientos hospitalarios del cono sur.

La alianza tiene el propósito de fortalecer investigaciones en torno a la multiresistencia a los antibióticos en América Latina, específicamente las infecciones urinarias que se producen en establecimientos hospitalarios –y que afectan mayoritariamente a población femenina–, a través de la cooperación y el entrenamiento de investigadoras de ambos países.

Se estima que la mitad de las mujeres en todo el mundo sufre al menos un episodio de infecciones al tracto urinario durante su vida, un fenómeno cuya severidad aumenta como consecuencia de la baja efectividad de los tratamientos. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, la ausencia de sistemas de vigilancia y de laboratorios especializados en la identificación de cepas multiresistentes es uno de los principales factores asociados a la evolución de la problemática a nivel mundial.

La iniciativa, que agrupa a laboratorios del Instituto de Neurociencia Biomédica (BNI), de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, y el Instituto en Investigaciones Biológicas Clemente Estable de Montevideo, es financiada por la Agencia Chilena de Cooperación Internacional para el Desarrollo, dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores de nuestro país, como parte del programa Sur-Sur. y la Agencia Uruguaya de Cooperación Internacional.

“Estamos buscando respuestas para superar la problemática de la multiresistencia bacteriana”, señaló Steffen Härtel, director del Scian Lab de BNI, una unidad especializada en el análisis de imágenes científica a través de microscopios de última generación, y que pone a disposición su infraestructura para apoyar la capacitación de científicos uruguayos durante este proceso.

“Hasta la fecha no se entiende cómo combatir la generación de biofilms en catéteres e infecciones urinarias que son tan frecuentes en hospitales. Estamos trabajando para desarrollar estrategias conjuntas y encontrar respuestas a nivel de la formación de estas colonias de bacterias que son tan difíciles de combatir”, añade el Dr. Härtel.

Colaboración científica de alto nivel

La iniciativa conectará potencial en infraestructura tecnológica de microscopía, por el lado chileno, con el conocimiento de académicos uruguayos en el cultivo de los denominados biofilms o biopelículas, un ecosistema microbiano donde es posible observar el desarrollo de la multiresistencia.

Las investigadoras del BNI de la Universidad de Chile Karla Chandía y Nicole Canales realizan actualmente la segunda visita al Instituto Clemente Estable, donde están siendo entrenadas para la preparación de cultivos bacterianos y el estudio de crecimiento de microorganismos, a fin de analizarlos posteriormente en los microscopios de Scian Lab.

“El proyecto es bastante ambicioso porque queremos buscar nuevas formas de tratar la resistencia antibiótica en los biofilms mediante procesamiento de imágenes. Suponemos que si entendemos cómo se forma este biofilm, y sabemos las variables, podemos de alguna forma eliminarlas con mecanismos que no tengan que ver necesariamente con los antibióticos, porque sabemos que son resistentes a estos”, explica Canales.

Ellas plantean que al conocer, a través de microscopía de punta, las distintas etapas de formación de un biofilm microbiano podría ser posible reducir o eliminar su potencial de resistencia. Para eso, están diseñando herramientas que permitan analizar en el procesamiento de imágenes la evolución de un biofilm y evaluar mecanismos de respuesta más efectivos.

La científica uruguaya Paola Scavone, quien lidera un grupo de microbiología en el centro ubicado en Montevideo, asegura que el procesamiento de imágenes, infraestructura de microscopios avanzados y herramientas computacionales de última generación son clave para mejorar la comprensión de la resistencia microbiana en infecciones urinarias que afectan a centros hospitalarios de Sudamérica.

Analizando la resistencia

El grupo de investigadores montevideanos analiza los mecanismos de resistencia conferidos a las bacterias por los biofilms, un ecosistema que les dota de una barrera o capa protectora y los protege de condiciones ambientales y de tratamientos farmacológicos. Un biofilm, explica la Dra. Scavone, se define como una comunidad de bacterias que se encuentra adherida a una superficie biótica o abiótica, que puede ser, por ejemplo, un catéter u otra zona de contacto con pacientes en un hospital.

“Este biofilm produce una matriz de exopolisacáridos –un conjunto de moléculas de gran tamaño– que es como una capa protectora: las bacterias quedan adheridas a esta superficie y a su vez adheridas a esta matriz. Esta matriz lo que le confiere a las bacterias es una resistencia mucho mayor que cuando no la tienen. Nosotros estudiamos cómo actúa esa capa protectora. La forma de ver su respuesta es a través de la microscopía. Por eso es esencial para nosotros seguir manteniendo esta colaboración”.

El grupo que lidera la Dra. Scavone enfoca sus estudios en las bacterias Proteusmirabilis y Escherichiacoli, ubicadas entre los doce patógenos con mayor capacidad de multiresistencia definidos por la Organización Mundial de la Salud. “Se trata de un problema reciente y de gran importancia para los sistemas sanitarios en América Latina, y que ha ido incrementándose en los últimos años”.

Las infecciones que ambos agentes causan en el tracto urinario afectan principalmente a mujeres: se estima que el 50% de la población femenina mundial experimentan un episodio de infección urinaria en toda su vida, y hasta un 40% de ellas tiene un episodio de recurrencia antes de un año. Los síntomas clínicos consisten en dolor al orinar, aumento de la frecuencia de micción, incontinencia, fiebre, dolor abdominal y lumbar.

La resistencia a los antibióticos está aumentando en todo el mundo “a niveles peligrosos”, aseveran los investigadores, que enfocan el alcance del desafío en el cono sur del continente americano. Scavone, especialista en microbiología, comenta que “en nuestros países, donde la regulación del uso de antibióticos es bastante reciente, es un problema importante y que va creciendo”.

La Organización Mundial de la Salud precisa que, por ejemplo, en tratamiento de infecciones sanguíneas la resistencia de microorganismos puede alcanzar el 82%. En la agudización de la problemática se combinan factores como el empleo indiscriminado y sin receta de antibióticos, el uso de estos medicamentos en la industria alimenticia y la debilidad en la prevención y control de infecciones.

“Día tras día están apareciendo y propagándose en todo el planeta nuevos mecanismos de resistencia que ponen en peligro nuestra capacidad para tratar las enfermedades infecciosas comunes. Un creciente número de infecciones, como la neumonía, la tuberculosis, la septicemia, la gonorrea o las enfermedades de transmisión alimentaria, son cada vez más difíciles —y a veces imposibles— de tratar, a medida que los antibióticos van perdiendo eficacia”, plantea la entidad.

Alerta global

El proyecto tiene una duración de dos años y contempla la visita periódica de investigadores chilenos a Uruguay, y viceversa, para complementar sus conocimientos en la materia y generar hallazgos que puedan ser transferidos a políticas públicas de mayor impacto. El Dr. Härtel subraya que el desafío es aumentar la conciencia sobre la problemática a nivel de comunidad científica, médica, ciudadanos y autoridades.

La OMS ha alertado en sus últimos reportes la necesidad de fortalecer los mecanismos de identificación de bacterias resistentes a los antibióticos. En su publicación “10 datos sobre la resistencia a los antimicrobianos”, la entidad señaló que a pesar de que la farmacorresistencia en enfermedades como tuberculosis y la infección por el VIH está mejorando, siguen siendo pocas las redes bien establecidas para recopilar y comunicar periódicamente datos relevantes sobre la problemática.

“Algunos países carecen de laboratorios en los que se puedan identificar con exactitud la resistencia. Esto dificulta la aparición de resistencia y la rápida adopción de medidas”, ha advertido la OMS. En dicho reporte, la entidad advierte que no existen prácticamente nuevos instrumentos en fase de desarrollo contra la resistencia, pese a que medicamentos como antibióticos, antiparasitarios y antivíricos, en menor medida, están perdiendo su efecto.

Karla Chandía, de BNI, agrega como factor de riesgo, a nivel regional, el uso cada vez mayor de antibióticos en la industria alimenticia, principalmente en la crianza de ganado y cultivo de salmones. “La resistencia que observamos en el ámbito hospitalario es muy grande. Hay cepas cada vez más resistentes y ya no están quedando alternativas antibióticas para tratamientos complejos”, remarca la científica nacional.

“Es esencial que podamos unir esfuerzos. Los recursos disponibles para investigación en América Latina son pocos y duplicar esfuerzos no es algo muy inteligente. Realizar colaboraciones permite avanzar más rápido y contar con esta tecnología nos permite continuar con esta línea de investigación, algo que de otra forma nos llevaría un par de años poder alcanzar. El fin último de este proyecto es contribuir a la sociedad y generar conocimiento de ciencia básica que se pueda aplicar”, sugiere Scavone.

Fuente: www.elmostrador.cl

Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia: las desafiantes historias de cuatro científicas latinoamericanas

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En el marco del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, te invitamos a conocer las historias de María Gisella Orjeda de Perú, Cristina Dorador de Chile, Claudia Segovia de Ecuador y Melania Guerra de Costa Rica, cuatro investigadoras que conforman la lista mundial de científicos en la que apenas el 28% son mujeres.

A pesar de que han habido avances en la participación de las mujeres en el campo científico, las cifras indican que con esfuerzo alcanzan el 28 % cuando se revisa la lista de investigadores en todo el mundo. Del total de los premios Nobel entregados, solo un 3 % ha sido recibido por mujeres y del universo de personas que cursan estudios de doctorado, solo un 25 % corresponde a mujeres.

Las brechas de género en esta área comienzan desde muy temprana edad, según la fundación L’Oreal, que trabaja junto a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en la iniciativa For Women in Science, la primera brecha comienza en la escuela primaria y va creciendo a medida que adquieren mayores conocimientos.

Para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), además, es vital que haya igualdad de género, puesto que es necesario “aprovechar todo nuestro potencial”, señaló Antonio Guterrez, secretario general de la ONU. Sin embargo, si bien la realidad demuestra que existe un enorme potencial científico femenino, este aporte de las mujeres en los avances de la ciencia es a menudo pasado por alto, se precisa en un comunicado de las Naciones Unidas.

En el marco del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que se conmemora este 11 de febrero, Mongabay Latam resaltó el trabajo de cuatro científicas latinoamericanas: Gisella Orjeda, destacada bióloga peruana, experta en mejoramiento genético y reconocida por decodificar el genoma de la papa; Cristina Dorador, bióloga chilena, dedicada a estudiar las comunidades microbianas en los salares del Altiplano en los Andes; María Claudia Segovia, bióloga ecuatoriana, experta en botánica y especialista en los bosques altoandinos del Ecuador, y Melania Guerra, oceanógrafa costarricense, destacada por sus investigaciones en el Ártico y por acompañar hoy a la delegación de su país en las negociaciones de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP.

El amor por la ciencia

Algunas de ellas sintieron el llamado de la ciencia desde muy pequeñas. Gisella Orjeda confiesa que aprendió a leer a los tres años y atesora esos días en los que sus padres le regalaban libros, juegos de química o algo tan poco usual como un microscopio.

Algo parecido ocurrió con Melania Guerra. Ella recuerda que a los cinco años de edad comenzó a sentirse atraída por el emocionante trabajo de los astronautas o por las aventuras de amantes de la naturaleza como Jacques Cousteau. Aunque no sabía que la ciencia era el eje transversal, fue desde entonces que supo que quería perseguir una vida extraordinaria.

Hoy Gisella Orjeda conserva esa misma curiosidad por aprender nuevas cosas, “me gusta el instante en que descubres y comprendes”. Eso no lo cambia por nada. Al mismo tiempo, lo que más valora de su trabajo es el poder que tiene la ciencia para impactar en la vida de la gente. “Si añades el trabajo en el sector público, ese impacto se maximiza”, asegura.

Cristina Dorador destaca la suerte que tiene de vivir una “época fantástica en lo que respecta el descubrimiento de la diversidad microbiana del planeta”. Sostiene que los avances en este tema han llevado “a replantearse aspectos prácticos y teóricos de distintas disciplinas, incluyendo la salud humana con el reconocimiento del microbioma humano”.

Todas ellas se sienten afortunadas por trabajar en lo que las apasiona. A Claudia Segovia le parece “simplemente alucinante” la posibilidad de estar en contacto con la naturaleza, aprender de ella en un laboratorio y que por eso le paguen. “Me maravilla reconocer que nos falta mucho por aprender. Cada día me apasiona el ver las complejas interacciones y adaptaciones de las plantas a las severas condiciones de los páramos”.

Melania Guerra no se cansa de enfrentar cada día el reto de trabajar en un ambiente tan extremo como el del Ártico. “Hay que pensar literalmente en qué es lo siguiente que me va a querer matar, desde frío hasta el ataque de un oso polar, y cómo puedo hacer que eso no pase”.

Una vida llena de anécdotas

Hay una aventura que Claudia Segovia siempre recuerda. Fue durante una clase de técnicas de campo en el Cuyabeno. Iba de regreso con sus compañeros cuando en medio del camino se percató de que todas las fundas de plantas que llevaban estaban cubiertas de garrapatas.

“Nuestras botas, en lugar de color negro, eran cafés por las miles de garrapatas que las cubrían. Corrimos desesperados a la laguna mientras nos sacábamos las botas para que no nos cubrieran las garrapatas”, cuenta.

Melania Guerra también tiene recuerdos que aún la hacen emocionarse. En Baja California, mientras estudiaba a las ballenas Jorobadas, un día iba de regreso en la lancha junto a otros científicos cuando de pronto vieron a unos delfines que nadaban muy rápido. Se percataron de que un grupo de ballenas orcas los perseguían y entonces decidieron parar para presenciar la escena.

“Varias de las orcas comenzaron a intentar separar a uno de los delfines para atacarlo. Creemos que las orcas estaban enseñándole a las crías a cazar, porque básicamente estaban practicando con él. Lo lanzaban por el aire y se lo pasaban las unas a las otras como jugando béisbol”, cuenta Guerra.

Más tarde escucharon a lo lejos unos soplos muy fuertes. “Eran varias ballenas jorobadas que aunque no tenían ninguna vela en ese entierro decidieron interponerse al ataque de las orcas hacia los delfines”, recuerda la científica. La capacidad de un animal de ser empático y entender la sensación de otra especie todavía es algo que la conmueve.

Cristina Dorador recuerda con pesar el día en que llegó a estudiar el Bofedal de Caya. “Ya no tenía agua por extracción para la minería”, dice y asegura que eso les ha pasado muchas veces. “Estamos llegando tarde. Cada vez hay más tuberías, caminos, conflictos con las comunidades indígenas. El Altiplano ha sido intervenido mucho en los últimos años y no se ha avanzado en conservación”.

Orjeda por su parte lo que más atesora es que la ciencia le haya permitido conocer el mundo. “He viajado a muchos lugares y siempre he encontrado a colegas que me han acogido. Los científicos son muy abiertos. Cuando te reciben tus colegas, te das cuenta que sin importar el idioma hablamos el mismo lenguaje y nos hacemos las mismas preguntas”.

Ciencia hecha por mujeres

“Históricamente la ciencia ha sido realizada sobre todo por hombres”, dice Dorador, por lo que considera que “es difícil aproximarse a una idea de que la ciencia realizada por mujeres será diferente a la de los hombres, porque ya nuestra formación inicial tuvo ese sesgo”.

Aún así, asegura que “debe existir una deconstrucción del pensamiento en estos territorios, tratar de ‘descolonizar’ ideas fijas preconcebidas”, puesto que todo se puede pensar de manera diferente. “Quizá esa es nuestra mejor contribución como científicas en este momento”.

Para Claudia Segovia es importante considerar la mirada de las mujeres, pues analizan las cosas y los hechos desde una perspectiva muy particular: “Una más incluyente, más holística, incluso más detallista. Muchas mujeres nos encontramos en áreas científicas donde la paciencia, el detalle y la meticulosidad son importantes”.

Dorador es parte de un grupo de investigación que está formado por mujeres de distintas disciplinas y se siente afortunada de pertenecer a él. “No competimos entre nosotras, disfrutamos la ciencia, somos amigas, nos apoyamos y creamos juntas”, cuenta.

La experiencia de Dorador tiene eco en la manera en que Melania Guerra considera que hacen ciencia las mujeres: “No tanto desde el ego, sino pensando en el otro”. Para la oceanógrafa costarricense, el rol que se le ha adjudicado a las mujeres de ser ellas las que cuidan y protegen a los hijos o a los mayores de la familia, las ha llevado a tener una mayor conciencia social. “Por eso se dice que cuando se educa a una mujer, se educa a toda su comunidad, porque tendemos a compartir el conocimiento que generamos”, dice Guerra.

¿Para qué hacer ciencia?

Para Orjeda, la ciencia es la actividad humana más satisfactoria. “A pesar que requiere esfuerzo, aislamiento, mucho sacrificio en lo que respecta a la vida social, el placer de conocer cómo funcionan las cosas es enorme”, asegura.

Melania Guerra comenzó a hacer ciencia para buscar experiencias, para tener la mayor cantidad de aventuras posible y enfrentarse a las cosas que más le asustaban. Hoy, si bien esos propósitos siguen presentes, también hace ciencia para que las autoridades de su país puedan tomar decisiones basadas en evidencia. “Mientras mejor información tengamos, más vamos a poder guiar al planeta hacia un futuro en el cual los beneficios de la mayoría estén protegidos”.

Dorador coincide con Guerra en el rol que tiene la ciencia y, de hecho, ese fue el motivo por el que decidió volver a Chile: conservar los humedales altoandinos o salares a través de la generación de información. Sin embargo confiesa que ha sido mucho más difícil de lo que pensaba. “Los intereses económicos son enormes y por más conocimiento que haya nunca es suficiente para detener esta verdadera ola de destrucción. El extractivismo nos está anulando como sociedad. Nos deja perplejos, con la mirada fija hacia el horizonte donde nuestros cerros, lagos y ríos desaparecen”.

Todos los proyectos en los que trabaja Segovia o los que apoya, se centran directa o indirectamente en procesos de conservación y manejo de recursos. El propósito de esta científica ecuatoriana “es entender los bosques de Polylepis y a los ecosistemas alto andinos y de esa manera poder manejarlos y protegerlos”.

Dorador no se da por vencida. Sabe que en los ecosistemas de salares amenazados viven microorganismos que “pueden dar respuestas claras sobre la adaptación al cambio climático y a escenarios desafiantes del futuro. Por eso persistimos en la investigación”.

El mayor logro

Para Gisela Orjeda, su mayor logro científico ha sido la decodificación del genoma de la papa y la identificación de los más de 408 genes de resistencia a plagas y enfermedades que esta tiene. “Lamentablemente, el país no estaba listo para aprovechar esos conocimientos e incorporarlos en los programas de mejoramiento de la papa de una manera sistemática”, dice la científica, aunque no pierde las esperanzas de que el INIA pueda ahora aprovechar el conocimiento generado.

En el caso de Segovia, uno de sus los logros más importantes ha sido definir el número cromosómico de las especies ecuatorianas de los árboles de papel. “Descubrimos la existencia de citotipos, que son poblaciones con diferente número cromosómico, lo que apoya la hipótesis de múltiples introducciones de especies de Polylepis al Ecuador”.

Dorador destaca entre sus logros el encontrar en distintos lagos y salares del Altiplano una alta diversidad microbiana. “Esos ambientes casi no habían sido explorados. La idea predominante en esa época era que en ambientes extremos hay una diversidad baja de microorganismos, pero no era así”. De hecho, unos años después, “pudimos comprobar que la diversidad microbiana de salares era aún mayor que la reportada”.

Para Guerra en cambio, su mayor éxito profesional no ha sido un descubrimiento o un artículo científico. “El logro más importante ha sido encontrar el espacio donde calzan perfecto mis habilidades, mis conocimientos, mis intereses y mis fortalezas”. Melania Guerra se refiere al rol que actualmente tiene en la COP, acompañando a la delegación costarricense en la toma de decisiones. “Me siento dichosa de haber podido encontrar justamente el epicentro donde los temas que son tan urgentes a nivel mundial, y que al mismo tiempo me resultan interesantes, se encuentran con las experiencias y el conocimiento que he podido desarrollar”.

Esta nota fue publicada originalmente AQUÍ.

Fuente: www.elmostrador.cl

Las bacterias intestinales ayudan a controlar la contracción muscular saludable en el colon

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Según una nueva investigación del Instituto Francis Crick y la Universidad de Berna, los microorganismos en el intestino apoyan la digestión saludable al ayudar a las células nerviosas dentro del intestino a regular la contracción y la relajación de la pared muscular del colon.

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La técnica más avanzada de edición genética CRISPR pasa el ensayo clínico en tres pacientes de cáncer

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Al lanzar un nuevo capítulo en el campo de la inmunoterapia contra el cáncer en rápido movimiento, los científicos han combinado dos enfoques de vanguardia: CRISPR, que edita el ADN, y la terapia con células T, en la que los centinelas del sistema inmune son explotados para destruir tumores. Dos mujeres y un hombre, todos de 60 años, uno con sarcoma y dos con mieloma múltiple de cáncer de sangre, recibieron versiones alteradas por CRISPR de sus propias células el año pasado, informan investigadores en línea en Science esta semana.

Ver noticia completa – www.sciencemag.org

Descubren virus con genes no reconocibles

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Los virus son algunos de los organismos más misteriosos de la Tierra. Se encuentran entre las formas de vida más pequeñas del mundo, y debido a que ninguna puede sobrevivir y reproducirse sin un huésped, algunos científicos se han preguntado si incluso deberían considerarse seres vivos. Ahora, los científicos han descubierto uno que no tiene genes reconocibles, lo que lo convierte en uno de los virus más extraños conocidos. ¿Pero cuántos virus sabemos realmente? Otro grupo acaba de descubrir miles de nuevos virus escondidos en los tejidos de docenas de animales.

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Pingüinos Papúa, Barbijo y Adelia están siendo afectados por nuevos virus en un amplio sector de la Antártica

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Tres especies de pingüinos están siendo afectadas por nuevos avulavirus y se investiga cuál es el efecto que están teniendo sobre estas aves no voladoras.

El hallazgo fue informado por el Instituto Antártico Chileno (Inach), al dar cuenta que investigadores nacionales lograron determinar la existencia viral con una amplia distribución en la península Antártica.

La investigación estuvo a cargo del Dr. Víctor Neira y en esta procesaron más de 500 muestras de pingüinos. Este es uno de los estudios serológicos más grandes que se han publicado hasta la fecha respecto a cualquier enfermedad en aves en la Antártica.

“Nunca se han procesado tantas muestras para entender bien una enfermedad. Aquí incluimos muestras de las Shetlands del Sur, de la isla Doumer (base Yelcho) y de la isla Avian (refugio Guesalaga) y otras cuatro localidades a lo largo de la península Antártica. Encontramos evidencias de los virus a más de 800 km del lugar original. Esto quiere decir que esos virus no son realmente de ahí nomás, sino que están distribuidos a lo largo de la península”, comenta el profesor en Virología animal, de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias, de la Universidad de Chile.

Los virus han sido denominados avulavirus aviar 17, 18 y 19 y fueron detectados en tres especies de pingüinos: Adelia (Pygoscelis adeliae), Barbijo (Pygoscelis antarcticus) y Papúa (Pygoscelis papua).

¿Virus dañinos?

Para Neira, el siguiente paso es saber si estos virus causan alguna infección que sea dañina para los animales o son parte de su viroma normal.

Los avulavirus aviares 17, 18 y 19 están emparentados entre sí y no son variantes nuevas de algún virus ya conocido. Uno de sus virus cercanos es el que causa la enfermedad de Newcastle (que genéticamente es el avulavirus aviar 1).

“No hay evidencia de que ocasionen algún problema en los seres humanos. Es más, hay una tendencia a estudiar los virus como un potencial terapéutico. Por ejemplo, el avulavirus aviar 1, el Newcastle, se ha ocupado en terapias anticancerígenas. Entonces, puede ser todo lo contrario, que incluso estos virus que nosotros estamos encontrando en la naturaleza tengan cierto potencial para curar algunas enfermedades como el cáncer. Pueden venir cosas muy buenas de virus, aunque suenen como algo malo”, concluye Neira.

Fuente: laprensaaustral.cl

Bacterias intestinales podrían ayudar a salvar abejas mieleras vulnerables

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Las abejas melíferas del mundo enfrentan una crisis sin precedentes. Desde la década de 1940, el número de colmenas de abejas en los Estados Unidos se ha reducido de 6 millones a 2.5 millones. Una combinación de ácaros que matan colonias, patógenos virales y posiblemente pesticidas es en gran parte culpable. Ahora, los investigadores están aprovechando un aliado inusual en la lucha para traer de vuelta a las abejas: una bacteria que vive únicamente en sus entrañas. Al modificar genéticamente la bacteria para engañar al ácaro o un virus para destruir parte de su propio ADN, los científicos mejoraron la supervivencia de las abejas en el laboratorio y mataron a muchos de los ácaros que estaban parasitando a los insectos.

Ver noticia completa – www.sciencemag.org

Explorando genomas de coronavirus para encontrar pistas sobre el origen del brote

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Esa cadena de galimatías aparentes es todo menos eso: Un fragmento de una secuencia de ADN del patógeno viral, denominado nuevo coronavirus 2019 (2019-nCoV), que está abrumando a China y asustando al mundo entero. Los científicos comparten públicamente un número cada vez mayor de secuencias completas del virus de los pacientes: 53 en el último recuento en la base de datos Global Initiative on Sharing All Influenza Data. Estos genomas virales se están estudiando intensamente para tratar de comprender el origen de 2019-nCoV y cómo encaja en el árbol genealógico de los virus relacionados que se encuentran en los murciélagos y otras especies. También han dado una idea de cómo se ve físicamente este virus recién descubierto, cómo está cambiando y cómo se puede detener.

Ver noticia completa – www.sciencemag.org