Lo que venía ocurriendo en zonas costeras, pero también en el centro-sur del país, se ha acelerado drásticamente con la llegada de la pandemia y el teletrabajo. El anhelo por espacios abiertos y el contacto directo con la naturaleza, así como la posibilidad de vivir conectado desde cualquier parte, empuja el interés por parcelas y la demanda por terrenos agrícolas cercanos a la costa, lagos, ríos y parques nacionales. Esta tendencia al alza tiene varios efectos positivos, pero a su vez trae consigo una serie de impactos ambientales irreversibles, como la pérdida del valor del medio rural, pérdida de biodiversidad, fragmentación de ecosistemas, aumento en la demanda de agua, inexistencia de planificación territorial, la ausencia de infraestructura básica como alcantarillados y/o sistema de tratamiento de aguas servidas, entre otros. A continuación te contamos más detalles.