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Al lanzar un nuevo capítulo en el campo de la inmunoterapia contra el cáncer en rápido movimiento, los científicos han combinado dos enfoques de vanguardia: CRISPR, que edita el ADN, y la terapia con células T, en la que los centinelas del sistema inmune son explotados para destruir tumores. Dos mujeres y un hombre, todos de 60 años, uno con sarcoma y dos con mieloma múltiple de cáncer de sangre, recibieron versiones alteradas por CRISPR de sus propias células el año pasado, informan investigadores en línea en Science esta semana.
Los virus son algunos de los organismos más misteriosos de la Tierra. Se encuentran entre las formas de vida más pequeñas del mundo, y debido a que ninguna puede sobrevivir y reproducirse sin un huésped, algunos científicos se han preguntado si incluso deberían considerarse seres vivos. Ahora, los científicos han descubierto uno que no tiene genes reconocibles, lo que lo convierte en uno de los virus más extraños conocidos. ¿Pero cuántos virus sabemos realmente? Otro grupo acaba de descubrir miles de nuevos virus escondidos en los tejidos de docenas de animales.
Tres especies de pingüinos están siendo afectadas por nuevos avulavirus y se investiga cuál es el efecto que están teniendo sobre estas aves no voladoras.
El hallazgo fue informado por el Instituto Antártico Chileno (Inach), al dar cuenta que investigadores nacionales lograron determinar la existencia viral con una amplia distribución en la península Antártica.
La investigación estuvo a cargo del Dr. Víctor Neira y en esta procesaron más de 500 muestras de pingüinos. Este es uno de los estudios serológicos más grandes que se han publicado hasta la fecha respecto a cualquier enfermedad en aves en la Antártica.
“Nunca se han procesado tantas muestras para entender bien una enfermedad. Aquí incluimos muestras de las Shetlands del Sur, de la isla Doumer (base Yelcho) y de la isla Avian (refugio Guesalaga) y otras cuatro localidades a lo largo de la península Antártica. Encontramos evidencias de los virus a más de 800 km del lugar original. Esto quiere decir que esos virus no son realmente de ahí nomás, sino que están distribuidos a lo largo de la península”, comenta el profesor en Virología animal, de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias, de la Universidad de Chile.
Los virus han sido denominados avulavirus aviar 17, 18 y 19 y fueron detectados en tres especies de pingüinos: Adelia (Pygoscelis adeliae), Barbijo (Pygoscelis antarcticus) y Papúa (Pygoscelis papua).
¿Virus dañinos?
Para Neira, el siguiente paso es saber si estos virus causan alguna infección que sea dañina para los animales o son parte de su viroma normal.
Los avulavirus aviares 17, 18 y 19 están emparentados entre sí y no son variantes nuevas de algún virus ya conocido. Uno de sus virus cercanos es el que causa la enfermedad de Newcastle (que genéticamente es el avulavirus aviar 1).
“No hay evidencia de que ocasionen algún problema en los seres humanos. Es más, hay una tendencia a estudiar los virus como un potencial terapéutico. Por ejemplo, el avulavirus aviar 1, el Newcastle, se ha ocupado en terapias anticancerígenas. Entonces, puede ser todo lo contrario, que incluso estos virus que nosotros estamos encontrando en la naturaleza tengan cierto potencial para curar algunas enfermedades como el cáncer. Pueden venir cosas muy buenas de virus, aunque suenen como algo malo”, concluye Neira.
Un investigador de UTSA ha descubierto que, ya sea en pareja o en grupos, el éxito en los sistemas sociales de primates también puede proporcionar una idea de la organización de la vida social humana.
Investigación publicada en Proceedings of the National Academy of Science, evaluó efectos del aumento y disminución del hielo durante períodos glaciales e interglaciales, en once especies de estas aves marinas. Trabajo, liderado por científicos de Nueva Zelanda, contó con la participación de María José Frugone, investigadora chilena del Instituto de Ecología y Biodiversidad, IEB.
Análisis liderado por Alejandra Álvarez determina que, al inhibir una enzima específica en modelos de epilepsia, el avance de la patología se hace más lento. Resultados están orientados a desarrollar un tratamiento capaz de detener el avance de esta enfermedad neurológica. La futura terapia puede atravesar la barrera protectora del cerebro, aumentando su efectividad.
Enrique Mejías encabeza un proyecto PAI en la Comisión Chilena de Energía Nuclear que tiene como objetivo combatir esta enfermedad que daña a las larvas y crías de abejas. Para realizar el estudio el académico viajó a Valdivia, Futrono y Panguipulli, donde se reunió con asociaciones de apicultores de aquellas zonas para la recolección de muestras. La investigación también incluirá sitios de estudio ubicados en las regiones de Coquimbo, Valparaíso, Metropolitana y Los Lagos.
Un nuevo artículo de Scientific Reports le da un giro evolutivo a una pregunta clásica. En lugar de preguntar por qué tenemos cáncer, Leonardo Oña, de la Universidad de Osnabrück, y Michael Lachmann, del Instituto Santa Fe, utilizan la teoría de la señalización para explorar cómo han evolucionado nuestros cuerpos para evitar que tengamos más cáncer.
Las abejas melíferas del mundo enfrentan una crisis sin precedentes. Desde la década de 1940, el número de colmenas de abejas en los Estados Unidos se ha reducido de 6 millones a 2.5 millones. Una combinación de ácaros que matan colonias, patógenos virales y posiblemente pesticidas es en gran parte culpable. Ahora, los investigadores están aprovechando un aliado inusual en la lucha para traer de vuelta a las abejas: una bacteria que vive únicamente en sus entrañas. Al modificar genéticamente la bacteria para engañar al ácaro o un virus para destruir parte de su propio ADN, los científicos mejoraron la supervivencia de las abejas en el laboratorio y mataron a muchos de los ácaros que estaban parasitando a los insectos.
Esa cadena de galimatías aparentes es todo menos eso: Un fragmento de una secuencia de ADN del patógeno viral, denominado nuevo coronavirus 2019 (2019-nCoV), que está abrumando a China y asustando al mundo entero. Los científicos comparten públicamente un número cada vez mayor de secuencias completas del virus de los pacientes: 53 en el último recuento en la base de datos Global Initiative on Sharing All Influenza Data. Estos genomas virales se están estudiando intensamente para tratar de comprender el origen de 2019-nCoV y cómo encaja en el árbol genealógico de los virus relacionados que se encuentran en los murciélagos y otras especies. También han dado una idea de cómo se ve físicamente este virus recién descubierto, cómo está cambiando y cómo se puede detener.