Durante mucho tiempo se cree que es una actividad relajante, un nuevo estudio proporciona evidencia de los beneficios de la atención plena para reducir la presión arterial alta.
“Want social justice? Spend on science”, se titula el artículo de la presidenta de la Academia Chilena de Ciencias, Premio Nacional de Ciencias Naturales y profesora de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, Cecilia Hidalgo.
El 2019 marcó el fin de una década de grandes turbulencias, conflictos y cismas en diferentes puntos del planeta, fenómeno que plantea grandes interrogantes y desafíos sobre nuestro futuro. Este panorama fue retratado por la prestigiosa revista Nature en el artículo “Despachos de un mundo en crisis”, publicación en la que científicos de distintos países donde han ocurrido disturbios civiles en el último año (Chile, Hong Kong, Siria, Ecuador, Cataluña, Sudán, Irán, Venezuela, Líbano y Bolivia) plantearon sus perspectivas sobre los desafíos y esperanzas de la ciencia en “tiempos oscuros”.
La presidenta de la Academia Chilena de Ciencias, Premio Nacional de Ciencias Naturales y profesora de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, Cecilia Hidalgo, fue la representante chilena que analizó la situación local en este trabajo. Bajo el título “Want social justice? Spend on science” (¿Quieren justicia social? Gasten en ciencias) la académica sostuvo que “una mayor inversión en investigación ayudará a comprender y corregir las injusticias sociales y acelerará el desarrollo a largo plazo del país”.
En este sentido, afirmó que la crisis puede significar una oportunidad para alcanzar una sociedad más equitativa a partir de la generación de conocimiento en todas las áreas de la ciencia, las artes y las humanidades. Detalló que algunos de los problemas que deben ser abordados mediante soluciones basadas en la ciencia son la “escasez de agua derivada de la desertificación provocada por el cambio climático en gran parte del país; la epidemia de obesidad infantil; los desafíos de tratar con una población que está envejeciendo a tasas del mundo desarrollado, pero con un sistema de salud del mundo en vías de desarrollo; y los factores que alimentan el actual malestar social”.
Esta propuesta, sentencia en la nota, implica “incrementar notablemente el financiamiento a la ciencia, la tecnología y la innovación de Chile desde su escaso nivel actual de 0,36 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB)”.
Una muestra de esta realidad es la evolución de los proyectos Fondecyt Regular entre 2010 y 2019, añade la profesora, cuyos fondos han subido prácticamente nada, mientras el número de postulaciones se ha duplicado. “Me gustaría que de aquí a cuatro o cinco años estuviéramos llegando al 1 por ciento, eso es lo que han prometido distintos Presidentes, y seguimos estancados. A lo mejor que hemos llegado es 0,38 por ciento”, concluyó.
La falta de presupuesto en ciencia está significando que muchos jóvenes queden fuera del sistema. “Sólo algunos lo logran, y hay grupos establecidos de prestigio que se están quedando sin financiamiento, dejando investigaciones que podrían ser un aporte al país sin realizar. Lo que estamos haciendo como país al desperdiciar estos talentos es algo desastroso. Tenemos un séptimo de las entidades promedio de la OCDE. Hay países que tienen 13 veces más científicos por millón de habitantes que Chile, como Finlandia”, planteó la académica.
Por otra parte, relevó que los científicos han “cumplido con creces al país, porque pese a las restricciones que enfrentamos hemos logrado posicionar a Chile como uno de los líderes dentro de América Latina en investigación de calidad. Pero tenemos problemas graves. Uno de ellos es que somos muy pocos los científicos, necesitamos más para poblar el sistema, que desarrollen desde investigación básica hasta conocimiento más aplicado, e innovación basada en conocimiento científico. Pero como somos tan pocos no damos abasto”.
La profesora Hidalgo calificó como criminal además la fuga de talentos que se da por esta situación y refutó el argumento de que es positivo contar con investigadores afuera del país, “porque los científicos somos una comunidad conectada internacionalmente y no necesitamos un chileno en otros países para poder hacer proyectos”.
– Investigadores desarrollaron documento que además fue recientemente publicado en Revista Environmental Humanities.
– Claudio Latorre, científico del IEB, académico de la PUC, y uno de sus autores, sostiene que es urgente enfrentar los desafíos planetarios desde una mirada interdisciplinaria.
¿Cómo repensar la relación entre naturaleza y sociedad en una nueva época geológica marcada por la influencia del hombre?, es una de las interrogantes que se planteó un grupo de investigadores chilenos, mientras caminaba por las costas de Las Cruces. Fue así, a orillas del mar chileno, que nació el Manifiesto del Antropoceno, documento que promueve las bases para construir un nuevo pacto de convivencia sobre la Tierra. Dicha declaración, desarrollada por científicos de las ciencias naturales y sociales, dio origen a un estudio que fue recientemente publicado en la Revista internacional Environmental Humanities (https://read.dukeupress.edu/environmental-humanities/article/11/2/467/140786/The-Anthropocene-in-ChileToward-a-New-Pact-of?fbclid=IwAR2ric1dle9gY0pT2V-8drIhsZQWbRDzXnSaBC3Kr8sS-9V06ICxm86x_nc#).
Claudio Latorre, investigador asociado del Instituto de Ecología y Biodiversidad, IEB, y uno de los autores de esta declaración, explica que es urgente abrir el debate a la sociedad completa e instalar una discusión profunda, que permita afrontar los desafíos de esta nueva época que vivimos, en la que se estima una posible extinción de las condiciones ambientales fundamentales para la vida humana en el planeta. “El Antropoceno tiene origen en las ciencias de la tierra, donde se plantea que podría estar en una nueva época geológica, definida por la irreversible alteración de condiciones biológicas y geológicas a escala planetaria, como consecuencia de la actividad del hombre”, señala el paleoecólogo y académico de la Universidad Católica de Chile.
El Doctor en Biología Evolutiva, explica que los discursos actuales sobre sustentabilidad, ecología y las intervenciones puntuales, no logran responder a la escala de este desafío, que va más allá del cambio climático. Por tanto, señala que es necesario abordar los ejes centrales de este nuevo pacto de convivencia, el cual busca redefinir la “manera de vivir juntos, todos y todas, animales, vegetales, minerales y microrganismos en este planeta”, a través de cinco convicciones fundamentales. Estas son: interdependencia, diversidad, acción situada, creatividad y esperanza.
Así, en primer lugar, la declaración sostiene que nuestra existencia, al igual que la de todas las especies, vivas y por venir, está vitalmente entrelazada en relaciones de interdependencia, y que el Antropoceno nos obliga a reconocernos como seres en ella. Del mismo modo, se llama a reconocer el valor intrínseco y no instrumental, de la diversidad de especies que componen a este sistema, y a celebrar la diferencia entre saberes, identidades y conocimientos.
“Apostamos por la capacidad de los cambios planetarios para crear nuevas relaciones y posibilidades, para abrir horizontes de acción más integrales, para cuajar nuevas instituciones políticas y sociales, para refundar la práctica científica y nuestro habitar cotidiano. Este manifiesto no es para sollozar por lo destruido o para empantanarnos en la melancolía: es para CREAR, y para hacerlo YA”, se describe.
Cambio de época geológica
Aunque dentro de la comunidad científica aún se discute su real existencia y en qué momentos de nuestra historia se inicia, el Antropoceno se describe como una época geológica que reemplaza al Holoceno, etapa que abarca los últimos 11.784 años, desde el fin de la última glaciación, y que a su vez se inserta en la recta final del período actual, el Cuaternario.
En ese contexto, se estima que el Antropoceno podría haber comenzado durante la revolución industrial, donde las actividades humanas causaron un fuerte impacto no sólo en el ámbito económico y social, sino también, sobre los ecosistemas terrestres. “Nos tocó la suerte de que nuestra civilización se desarrolló en un período interglacial particularmente largo. Pero en un mundo donde estamos aumentando los gases invernaderos, lo que estamos haciendo realmente, es un experimento a escala planetaria, que le está quitando el control climático a los controles naturales de las glaciaciones, situación que podría hacer imposible la existencia de otra glaciación en un futuro. cercano. Eso validaría que el Antropoceno se trataría de una nueva época geológica y no de un período interglacial más. Asimismo, la pérdida de hielo en Groenlandia y la Antártica, y el adelgazamiento de glaciares en todo el mundo, son fenómenos anómalos que nos hacen pensar en la dificultad de llegar al balance que antes existía”, comenta Claudio Latorre.
El Manifiesto explica que el cambio en las condiciones de la biósfera -sistema formado por el conjunto de seres vivos- sería fruto del colonialismo, el capitalismo y la sociedad de consumo, escenarios que habrían otorgado un carácter insostenible a la agricultura, la industria y a nuestras ciudades. “El Antropoceno indica un proceso a la escala del tiempo profundo en la historia de la Tierra, más allá de transformaciones ecosistémicas puntuales. En último término, esta era indica la posible extinción de las condiciones biosféricas que posibilitan la vida humana sobre la Tierra”, señala el documento. Bajo ese panorama transversal, el Manifiesto explica que esta nueva época, ha generado un intenso debate no sólo en las ciencias de la tierra, sino también en las ciencias sociales, humanidades y artes, con el fin de repensar la relación entre naturaleza y sociedad, la co-habitación entre humanos y procesos biofísicos, y el tipo de conocimientos y saberes que se requieren para entender y afrontar el cambio planetario.
Por todo ello es que la declaración también adhiere a la idea de crear una nueva Constitución y realizar cambios que permitan ampliar los espacios de participación política y ciudadana. “Si el Antropoceno nos obliga a pensar quiénes somos y cómo queremos vivir en y con la Tierra, entonces también desafía la solidez de nuestro arreglo democrático. El voto por sí solo ya no sirve para sostener los lazos que nos unen en un pacto social. Tenemos que crear otros espacios –deliberativos, amplios e inclusivos—para hacer florecer nuevos compromisos colectivos y nuevas definiciones de nuestra posición en y responsabilidad con el planeta”, se detalla en el escrito.
Estos desafíos, también incluyen el incrementar los lazos de solidaridad, y redefinir el concepto de bienes comunes, otorgando así, derechos a todas las especies. “Lo anterior significa expandir la figura del derecho a todas las especies y en múltiples tiempos y escalas espaciales. Ya no se trata sólo de reconocer que algunos animales no-humanos tienen capacidades sintientes, identitarias y cognitivas, sino más profundamente de que nuestra vida depende del enmallado que establecemos con entidades de todos los reinos”, se establece.
Otro de los puntos que reconoce el Manifiesto, es el foco en la justicia socio-ambiental, un elemento que también ha cobrado mayor fuerza en el debate político y científico, desde que ocurriera el estallido social de octubre. Esto, ya que el Antropoceno no tendrá los mismos efectos en todo el planeta, ni dentro del país: “Chile lo experimentará de manera específica y tenemos que saber cómo, dónde y por quiénes será vivido, para diseñar políticas públicas que sean de verdad efectivas y que se sostengan en el tiempo”.
Científicos chilenos analizan mosca del vinagre para encontrar variabilidad genética en pacientes de Chile y Latinoamérica. Actualmente no se conocen los genes asociados a la enfermedad a nivel continental, que permita desarrollar terapias para proteger a la población de esta enfermedad. “Queremos encontrar nuevos genes que permitan a la comunidad científica entender de mejor manera los mecanismos moleculares de la patología”, explica uno de ellos, Patricio Olguín.
Descubrir nuevos genes que permitan a la comunidad científica comprender las bases moleculares de la enfermedad de Parkinson, profundizando en los mecanismos de acción responsables de la enfermedad en la población de Chile y Latinoamérica, es uno de los objetivos de la investigación que están desarrollando Patricio Olguín y Gonzalo Olivares, científicos del Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica, BNI, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y Andrés Klein, de la Universidad del Desarrollo.
Utilizando como modelo de estudio a una mosca de dos milímetros de largo, conocida como Drosophila melanogaster, los académicos están buscando las redes genéticas asociadas a una mayor protección y susceptibilidad, como a la progresión de esta patología. Con estos estudios, los profesionales apuntan a potenciar la medicina personalizada o de precisión en el mal de Parkinson.
Utilizando como modelo de estudio a una mosca de dos milímetros de largo, conocida como Drosophila melanogaster, los académicos están buscando las redes genéticas asociadas a una mayor protección y susceptibilidad, como a la progresión de esta patología. Con estos estudios, los profesionales apuntan a potenciar la medicina personalizada o de precisión en el mal de Parkinson.
“El Parkinson es muy heterogéneo en su presentación sintomática y también en la progresión de la enfermedad. Por lo tanto, lo que se cree es que son diferentes combinaciones de genes que actúan en los diferentes individuos. Al reconocer la variabilidad de las diferentes manifestaciones clínicas del Parkinson ayudaremos a abordar de mejor manera esta patología. Así, y con el objetivo de obtener mejores resultados terapéuticos, los pacientes deberían ser tratados farmacológicamente de acuerdo a sus propias características”, señala Olguín.
Por su parte, Olivares destaca que el trabajo que están realizando “es una aproximación con un enfoque real en un paciente, lo que vamos a entregar nosotros es una base de conocimiento enfocado en entender la enfermedad de Parkinson como algo que debería ser tratado de acuerdo a ciertos parámetros particulares de las personas y eso es importante, porque no todos los individuos deberían recibir exactamente el mismo tratamiento”.
Además, utilizando modelos genéticos se pueden mapear genes y entender mejor el origen de los fenotipos clínicos de la enfermedad. “Resulta clave la clasificación cuidadosa de pacientes por signos clínicos, esto para mejorar el desarrollo de terapias y fundamental para desarrollar la medicina de precisión”, declara Olivares.
De acuerdo al Ministerio de Salud el Parkinson es considerado el segundo trastorno neurodegenerativo más común del país, después del Alzheimer. La enfermedad puede ser hereditaria (donde un gen causa la enfermedad directamente), como también tener un carácter esporádico o que aparece de manera espontánea, este es el Parkinson idiopático.
Olguín comenta que el esporádico es el que mayormente afecta a la población, con un 85%, mientras que el 15% restante, corresponde a la clasificación hereditaria.
A nivel internacional -especialmente en Europa y Estados Unidos- se han encontrado 90 genes de riesgo que tienen relación con el Parkinson esporádico. “El punto es que los estudios realizado con estas variaciones no representan a la población de Asia, África y Latinoamérica. Los marcadores de riesgo europeos no son necesariamente los mismos para el resto del planeta”, enfatiza Olivares.
Además, la determinación de los componentes genéticos se dificulta aún más al comprender que no todos los individuos están expuestos a los mismos factores ambientales ni responden de la misma manera a ellos.
“Nosotros apuntamos a encontrar nuevos genes causantes de Parkinson, que sean propios de Chile y Latinoamérica” afirma Olguín.
Los investigadores inducen la enfermedad en la mosca que es utilizada como modelo de estudio, luego observan cuáles son los genes que la hacen más susceptible de desarrollar la patología y los que la protegen de no hacerlo.
El científico de BNI agrega, “una vez que tenemos las redes de genes, observamos los genomas enfermos de Parkinson para analizar la presencia de variantes genéticas que podrían estar asociados con la severidad del fenotipo y que, además, esa variable esté presente en las personas de nuestro continente”.
De esta manera, cuando se generen las terapias, probablemente van a ser diferentes para un latinoamericano que para un europeo. “Esto ya existe con otras enfermedades y es lo que estamos tratando de impulsar”.
Olguín señala que el 70% de los genes que producen enfermedades en los humanos están conservados en la Drosophila melanogaster. Además, tienen un comportamiento similar a los humanos, “duermen, caminan, tienen memoria, pueden ser agresivas o adictas a determinadas sustancias”.
Estos antecedentes permitieron que Olguín, Olivares y Klein establecieran como hipótesis que la red de genes relacionados con la protección y susceptibilidad en moscas afectadas con Parkinson idiopático son muy similares a las de los humanos, la cual fue publicada recientemente en la prestigiosa revista científica dedicada a la medicina Trends in Molecular Medicine.
Este trastorno neurodegenerativo progresivo se manifiesta como consecuencia de la muerte de las neuronas dopaminérgicas, las cuales son responsables del movimiento, la motivación y la función cognitiva.
Cifras entregadas por la Organización Mundial de la Salud, OMS, indican que a nivel mundial existen cerca de 7 millones de personas diagnosticadas con Parkinson y que para el año 2030 los casos superarán los 12 millones.
Es importante señalar que actualmente existen medicamentos que pueden mejorar los síntomas tempranos de la enfermedad de Parkinson. Sin embargo, con el tiempo pierden su efectividad y pueden ocasionar efectos adversos a medida que la enfermedad progresa. Por lo tanto, la identificación genética permitirá elaborar terapias personalizadas para aquellos pacientes que manifiesten el mal.
El pasado 12 de diciembre, los científicos presentaron su investigación en el Centro de Trastornos del Movimiento (CETRAM) en Santiago, entidad que concentra la mayor cantidad de pacientes con enfermedades relacionadas con la movilidad, entre ellas Parkinson.
En la oportunidad Olguín, Klein y Olivares expusieron los resultados obtenidos hasta la fecha.
“Aportamos una lista de nuevos genes encontrados, diferentes a los 90 ya existentes. Esta nómina estará interconectada, formando una red, sabiendo previamente cómo se relacionan entre ellos, ese será nuestro aporte. Entonces, con la información de esa red podemos entender y predecir quizás el funcionamiento o las consecuencias que puede tener un cambio en el gen”, comenta Olivares.
Además, fue una oportunidad única para consolidar una red de especialistas clínicos e investigadores que tiene como objetivo caracterizar el genoma de los pacientes chilenos de Parkinson.
“Comprender las bases biológicas de las variaciones en los fenotipos clínicos y el genoma de los pacientes chilenos permitirá su estratificación y el diseño de terapias personalizadas. Esto, combinándolo con estudios moleculares en los pacientes, podrían acelerar descubrimientos de biomarcadores específicos para síntomas asociados a la gravedad para la medicina de precisión”, finaliza Olguín.
Primer registro nacional de la sordera busca las variaciones genéticas que explican esta patología. Muestras de ADN se obtendrán de voluntarios de tres ciudades del país.
Alrededor de un 50% de las pérdidas auditivas de carácter permanente (sordera) están relacionadas con variaciones en el ADN que alteran la fisiología del oído interno, produciendo pérdida de audición o hipoacusia.
Conocer y comprender las causas genéticas responsables de la sordera permanente en la población nacional -derivadas de cuatro proteínas específicas- es el trabajo que están realizando Helmuth Sánchez y Agustín Martínez, investigadores del Instituto Milenio Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso (CINV), junto a Elvira Cortese, profesora del Departamento de Audiología, de la Escuela de Fonoaudiología de la Universidad de Valparaíso.
Para ello, están estudiando el ADN de voluntarios de tres ciudades del país: Concepción, Valparaíso y Santiago. Los resultados obtenidos se transformarán en el primer registro genético de la sordera permanente en Chile.
“De acuerdo al último registro de la discapacidad realizado en Chile, un 30% de los adultos manifiestan una condición de discapacidad asociada a enfermedades de oído. Mientras que, en el caso de los niños, la cifra alcanza al 6%. Este escenario ubica a las patologías auditivas entre las 5 primeras causas de discapacidad en el país”.
La evidencia internacional indica que la mitad de los casos de hipoacusia -presentes en el nacimiento o en la primera infancia- se asocian a modificaciones de la información genética. ¿Qué cambios genéticos están presente en Chile? Eso es precisamente lo que no sabe y que estos investigadores esperan descubrir.
Este estudio además cuenta con la participación de los doctores Pablo Moya, de la Universidad de Valparaíso y Juan C. Maass, de la Universidad de Chile.
El estudio de los investigadores de CINV es inédito en Chile.
“Buscamos explorar las variaciones en genes que codifican para la síntesis de diversas proteínas, principalmente Conexina 26, responsable del 50% de los casos de sordera genética. Adicionalmente, analizaremos los genes que contienen la información necesaria para la formación de otro grupo de proteínas relevantes para la función auditiva, como son: Otoferlina, Pejvakina y MTRN1”, explica el Dr. Agustín Martínez.
Actualmente, los investigadores están comenzando con el proceso de recolección de datos y reclutamiento de participantes, “proponemos muestrear al menos 380 pacientes”. Sánchez agrega que los interesados en colaborar como participantes voluntarios en estos análisis, pueden contactarse al correo electrónico sorderagenetica@gmail.com, o visitar el sitio web www.cinv.cl.
La extracción de material genético será de carácter no invasivo, a través de células bucales mediante una tórula, similar a un cotonito, introducida en la boca, que permite extraer fácilmente una muestra de saliva y células.
Este estudio se enmarca dentro de la adjudicación a un proyecto FONIS de CONICYT (SA18I0194), con una duración de dos años. El equipo de trabajo detrás de este estudio, constituye un grupo interdisciplinario e interactivo, entre el mundo científico y clínico, al servicio de la comunidad.
“Actualmente en nuestro país no se dispone de herramientas de diagnóstico genético rápido y masivo para determinar si la sordera presente al momento de nacer se asocia a algún tipo de variación o mutación de la información genética”, dice Sánchez.
Se espera que para mediados del año 2021 el país tendrá datos representativos que expliquen las variaciones genéticas más comunes asociadas a la sordera a nivel nacional.
La información obtenida podría ayudar al desarrollo de nuevas técnicas que permitan modular la mutación de las proteínas involucradas mediante terapia génica; a nuevas tecnologías como los test de diagnóstico genético rápido que refuercen los avances de las últimas décadas en materia de screening auditivo neonatal, entre otros y con ello contribuir a mejorar la calidad de vida de la comunidad de sordos e hipoacúsicos.
El profesor Javier Morales Montecinos, académico del Departamento de Ciencia y Tecnologías Farmacéuticas de nuestra Facultad e Investigador Asociado del proyecto FONDAP ACCDiS, ganó uno de los 12 proyectos Anillo de CONICYT que otorga financiamiento para fortalecer el desarrollo de las ciencias exactas y la tecnología, así como la formación de capital humano.
La Universidad de Chile, fue uno de los dos proyectos adjudicados a la Corporación.
Con el número de proyecto ACT192144, y titulado “Novel drugs and drug delivery systems for the treatment of hypertension”, el Prof. Morales Montecinos, trabajará liderando el grupo de investigadores, entre los cuales se encuentran los profesores Felipe Oyarzún, académico del mismo departamento y Eduardo Soto, académico del Departamento de Química Orgánica y Físico Química de nuestra Facultad.
El equipo también estará integrado por la investigadora de la Universidad Andrés Bello, Eyleen Araya, y los investigadores de la Universidad Católica, María Paz Ocaranza y Jorge Jalil.
Según señaló el Prof. Morales Montecinos, “el proyecto se llama nuevos fármacos y nuevos sistemas de entrega de fármacos porque acopla estas dos cosas. Primero los péptido miméticos como una nueva vertiente de farmacología alrededor de la Angiotensina 1-9 y después estos sistemas de entrega para controlar la velocidad de acción utilizando parches bucales e implantes. Todos estos desarrollos además se sitúan bajo el paragua de la hipertensión como enfermedad sobre la cual queremos actuar”.
El espíritu del proyecto es “desde la perspectiva más farmacéutica, desarrollar nuevas moléculas y nuevos sistemas de desarrollo de moléculas que permitan una gama de velocidades de entrega; y el equipo de hipertensión nos va a permitir desafiar todas estas posibles formulaciones frente a la enfermedad y así vamos a poder conocer cuáles son las mejores estrategias, desarrollar nuevos candidatos y a lo largo de 3 años esperamos poder validar al menos preclínicamente, con altos estándares de trabajo preclínico, modelos que después puedan seguir hacia otras fases tecnológicas”. “Idealmente que puedan entrar a fases preclínicas de estudio apoyados con la colaboración de alguna industria que nos permita acceder a los niveles de financiamiento que se requerirían para hacer estudios clínicos”, dice el Prof. Morales Montecinos.
El monto asignado al proyecto es de 150 millones de pesos anuales por los 3 años, es decir, un total de 450 millones de pesos.
Prof. Morales Montecinos se refiere a detalles del proyecto
Según señaló el Prof. Morales Montecinos, “este proyecto colaborativo lo tenía hace mucho tiempo en mente y había visualizado distintas vías por donde ejecutarlo. Mi equipo de trabajo, el Laboratorio de Drug Delivery que dirijo, se dedica a desarrollar sistemas de entrega para fármacos cuando estas moléculas tienen una dificultad para ejercer su efecto terapéutico de la forma más eficaz. Esto se puede manifestar desde que la molécula tenga dificultad para llegar al sitio de acción o que presente problemas para poder llegar en concentraciones suficientes, y que entonces se deban administrar grandes cantidades. Todo esto podría exponer al cuerpo completo al efecto del fármaco, cuando en realidad se necesita en una sola región del organismo”, explica el investigador.
Agrega que dado que su equipo de trabajo investiga no desde una patología sino desde los problemas físico químicos y de administración de moléculas, su objetivo es desarrollar nuevas tecnologías que viabilicen las terapias en enfermedades específicas clave. “El anillo lo pensé desde esta perspectiva, de generar un equipo de trabajo que mira una diversidad de enfermedades y una infinidad de sistemas de administración, pero, cuando empecé a aterrizar la idea en algo más concreto es que decantamos como equipo en desarrollar terapias más eficaces para el manejo y tratamiento de la hipertensión”, explica.
Señala que la propuesta busca mejorar limitaciones farmacocinéticas de la angiotensina 1-9 con modificaciones que se trabajarán en colaboración con Eyleen Araya, de la Universidad Andrés Bello, que ha trabajado en péptidos miméticos que son alternativas a los péptidos convencionales en cómo se configuran tridimensionalmente. En esta nueva versión, las nuevas moléculas mantienen su eficacia terapéutica y aumentan su estabilidad y así es posible modificar su farmacocinética”.
Otra vertiente de la investigación tiene que ver con desarrollar sistemas de administración de estas moléculas que sean más racionales y amigables para la administración de moléculas para pacientes. “La tecnología bucal que hemos desarrollado con mi equipo de laboratorio nos va a permitir elaborar sistemas de acción rápida que simularían la velocidad de una inyección pero sin la necesidad de agujas para que la molécula ingrese rápidamente al organismo y además, junto a la experticia del Dr. Felipe Oyarzún y Dr. Eduardo Soto, vamos a desarrollar sistemas de liberación ultra lenta para elaborar implantes”.
Indicó que esto último es relevante “porque una infusión es una forma de controlar en un periodo de tiempo muy largo una entrega sostenida del medicamento y eso es lo que queremos lograr con el sistema ultra lento: tener por una ventana de tiempo prolongada con una intervención, que sería este implante subcutáneo que esté permanentemente entregando un nivel estable del fármaco”.
A este equipo de suman María Paz Ocaranza y Jorge Jalil, ambos investigadores de la Universidad Católica expertos en modelos in vitro e in vivo de distintas progresiones de la hipertensión.
El Prof. Javier Morales Montecinos señala las otras dimensiones del proyecto Anillo y que son aquellas que propician la formación de capital humano avanzado. “Este proyecto no sólo nos permite formar nuevos doctores sino también investigadores postdoctorales. Además, ejecutaremos cursos atingentes a las áreas de trabajo del Anillo y una fuerte agenda de acciones de extensión en espacios no-académicos”.
Proyecto enseñará sobre la hipertensión en clubes de ancianos de la comuna de Independencia
Al respecto comenta que a través de la Municipalidad de Independencia van a desarrollar acciones con clubes de ancianos para difundir información sobre la hipertensión. “Vamos a diseñar un librillo que podamos llevar a estos clubes para que puedan conocer de la patología, vida sana conducente a un buen envejecimiento, y conocer en lo que estamos trabajando en el proyecto de investigación”. Por otro lado, “conectaremos con la Sociedad Chilena de Hipertensión y la Sociedad Chilena de Cardiología y Cirugía Cardiovascular para poder participar con ellos en acciones en el mes del corazón y el mes de la hipertensión”.
Cooperación internacional con expertos
Otra dimensión de este Anillo de Investigación se ocupa de promover la cooperación internacional, vinculando al equipo de investigación con colaboradores internacionales de Estados Unidos, Brasil, Alemania, Austria, España y Sudáfrica. El equipo de cooperación internacional incluye expertos en desarrollo de sistemas de liberación, desarrollo de metodologías analíticas, síntesis y análisis de péptidos y fármacos biológicos, y angiotensina como molécula clave en la hipertensión. Esta red de investigadores visitarán el Anillo y también serán sitios de vinculación de los estudiantes participantes en este proyecto.
Objetivos de los Anillos de Investigación de CONICYT
Los objetivos específicos a los que apuntan los Anillos de Investigación son fomentar el desarrollo científico y tecnológico del país, mediante el financiamiento de proyectos de investigación sustentados en un trabajo colaborativo, amplio y multidisciplinario.
Para ello, el Programa de Investigación Asociativa fomenta la conformación de grupos de investigación científica, sin distinción de disciplina, en el seno de las instituciones de investigación, las que pueden postular en forma individual o asociada, con el fin de fortalecer tanto el desarrollo de las ciencias exactas y la tecnología, como la formación de capital humano al interior de éstas.
Nuestra Facultad felicita al Prof. Javier Morales Montecinos y a los profesores que serán parte del proyecto Anillo CONICYT!!
Dirección de Extensión y Comunicaciones. Diciembre 20 de 2019.
Diversas inquietudes expusieron ante la Comisión de Medioambiente la Fundación Terram, el Instituto de Ecología y Biodiversidad de la Pontificia Universidad Católica de Chile y el Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES) de la Pontificia Universidad Católica de Chile, respecto del proyecto que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas y el Sistema Nacional de Áreas Protegidas.
La iniciativa en debate tiene por objeto la conservación de la diversidad biológica del país, a través de la preservación, restauración y uso sustentable de las especies y ecosistemas, con énfasis en aquellos de alto valor ambiental o que, por su condición de amenaza o degradación, requieren de medidas para su conservación.
Desde Terram se refirieron a los aspectos problemáticos de la iniciativa, tales como el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad, compensaciones en biodiversidad y biobancos de compensación.
Desde el Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES) manifestaron que la desafectación de parques marinos debe realizarse por ley. A su vez, solicitaron cumplir con el principio de adicionalidad en compensaciones, esto es: acciones de restauración. Además, coincidieron en no incluir instrumentos específicos en la ley como el banco de compensación.
En tanto, desde el Instituto de Ecología y Biodiversidad de la Pontificia Universidad Católica de Chile plantearon que se debe analizar cómo el sistema de áreas protegidas puede expandirse a aquellas áreas del territorio terrestre y marino que no cuentan con protección adecuada o que sean importantes en proveer conectividad a la red de áreas protegidas.
Vea texto íntegro del mensaje, discusión y análisis
Fuente: www.diarioconstitucional.cl
Los incendios forestales en Chile han ido en aumento en los últimos años y en escalada, en cuanto su extensión, intensidad y daño causado.
De hecho, según los datos de la Corporación Nacional Forestal (Conaf) en el último medio siglo la cantidad de incendios ha aumentado más de 17 veces, pasando de los 435 focos a más de 7.129, e incrementando enormemente la superficie dañada, desde las 19.600 a 80.064 hectáreas (ha) consumidas en 2019 -eso sin contar las casi 500 mil ha que fueron arrasadas en el verano de 2017- con un daño nacional histórico sin precedentes, impactando principalmente los ecosistemas donde habitan diversas especies de flora y fauna.
“Todas las especies que componen la biodiversidad de un determinado ecosistema bajan significativamente después de un incendio y, con el tiempo, puede volver a valores iniciales si los procesos naturales de recuperación no son afectados por otras causas, o si bien, son asistidos para asegurar su éxito. Sin embargo, en algunos casos las pérdidas pueden ser irrecuperables”, explica Rafael García, científico del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) y del Laboratorio de Invasiones Biológicas de la Universidad de Concepción.
“Más allá de las diferencias en las adaptaciones entre la flora y la fauna para evadir o soportar el fuego, el mayor cuidado debe estar en aquellas especies de plantas y animales cuya distribución actual está limitada a pequeños fragmentos de bosques aislados, en donde los incendios pueden ocasionar extinciones locales o la pérdida definitiva de una especie en su hábitat natural”, agrega.
En Chile central, por ejemplo, hay especies emblemáticas a nivel nacional como el ruil (Nothofagus alessandrii) y el queule (Gomortega keule), también especies menos conocidas pero igualmente importantes como el palote de Camosseight (Paraxeropsis Camousseight), o el lagarto gruñidor de valeria (Pristidactylus valeriae).
Al respecto, Andrés Meza, ingeniero forestal y Coordinador Nacional del Programa de Restauración Ecológica de Conaf señala que “los incendios tienen un comportamiento muy heterogéneo en el territorio, así como en los efectos y daños reales. Esto está directamente relacionado con el nivel de intensidad del incendio y las características del medio natural en cada sitio. Por esta razón, las decisiones d restauración deben tomarse en base a la información de cada caso, para centrarse en las zonas más intensamente afectadas que tienen menor posibilidad de respuesta al daño.
El experto agrega: “la restauración ecológica es por definición un proceso de largo plazo que se inicia con acciones destinadas a apoyar la reacción del medio natural a una determinada alteración”.
Si bien el impacto en la biodiversidad es enorme, hay especies que tardan menos tiempo en recuperarse. Aunque la rapidez del proceso dependerá principalmente de la intensidad del incendio y del estado de conservación del bosque antes del incendio.
“Si la intensidad es muy alta, la capacidad de recuperarse es más baja. Del mismo modo, si el bosque ya se encontraba degradado es muy poco probable que vuelva a las condiciones anteriores al incendio. En general, la vegetación responde rápidamente después del paso del fuego. A la primavera siguiente las hierbas colonizan los sectores quemados y, entre cinco y diez años después de un incendio de baja o media intensidad, las diferencias con un bosque que no ha sido quemado son bajas”, explica el científico del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB).
La rapidez con que se regenera un bosque afectado por el fuego, depende de la intensidad del incendio y del estado de conservación del bosque antes de éste.
Asimismo, García explica que los bosques más propensos a los incendios son aquellos de menor tamaño, con menor cobertura arbórea y mayor proporción de hierbas y arbustos exóticos.
Por lo mismo, las mayores amenazas para la recuperación de estos bosques –dice el científico del IEB- no sólo pasa por la probabilidad de quemarse nuevamente, también están expuestos a “la entrada de ganado que limita la regeneración de la vegetación nativa, y favorece la colonización de hierbas exóticas a través de sus fecas, además de las acciones de aprovechamiento de los árboles quemados para leña o madera que, en la mayoría de los casos, siguen vivos pese a tener su follaje y corteza chamuscados”, afirma.
Los incendios forestales no solo afectan la naturaleza, también a las personas y sus comunidades. Considerando este aspecto en un esfuerzo común entre la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) y la Corporación Nacional Forestal (Conaf) se está implementando el proyecto “Piloto de Innovación Territorial en Restauración Post Incendio para la Región del Maule 2017-2020”, en la localidad de Rastrojos en la comuna San Javier. Este busca fortalecer la resiliencia frente a futuros desastres, incluyendo la prevención y la diversificación productiva de esta comunidad campesina de la región del Maule.
Además, para apoyar las actividades de restauración y de educación ambiental se elaboró el “Cuaderno de Identificación de Flora local”, que incluye 21 especies nativas presentes en la localidad de Rastrojos, tales como espino, boldo, quillay, maqui, entre otras. “El cuaderno que fue elaborado en conjunto con la comunidad local, fue entregado a los vecinos y estudiantes en una ceremonia realizada en la escuela rural del sector. La presentación de este libro es un hito relevante del proyecto, que busca justamente crear territorios más amigables y sustentables, que den respuestas a las necesidades de sus habitantes”, señala el Coordinador del Programa de Restauración Ecológica de Conaf, Andrés Meza.
Este tipo de iniciativas toman relevancia tomando en cuenta que, según las proyecciones del Ministerio de Agricultura, nuestro país enfrentará una difícil temporada de incendios forestales este verano, ya que se estima que el fuego podría quemar hasta 120.000 hectáreas.
Las principales causas son principalmente el cambio climático, la falta de políticas públicas y la prevención.
“La relación entre cambio climático y el aumento de incendios es innegable. En Chile central se observa una tendencia a disminuir las precipitaciones y a un aumento de las temperaturas. La mega sequía que ha experimentado la zona central en la última década, ha generado variados problemas socioambientales, con veranos cada vez más calurosos y secos que hacen disminuir la humedad dentro de los bosques, aumentan las superficies de vegetación seca como la hierbas, aumentando así, las probabilidades de ignición y la velocidad de propagación de los incendios forestales”, señala el científico del IEB, Rafael García.
Se estima que el fuego podría quemar durante este verano hasta 120.000 hectáreas de bosques.
Por su parte, el experto de Conaf, Andrés Meza, explica que “hay una necesidad urgente de fortalecer el trabajo conjunto de actores de la comunidad. En este esfuerzo hay actores públicos y privados que deben aportar los recursos (materiales y humanos) para fortalecer las capacidades en el territorio. Hay que superar la idea de que enfrentar esta amenaza es solo responsabilidad del Estado, que por cierto la tiene y de manera importante. Pero este fenómeno nos pone ante un desafío mayor que requiere muchas más voluntades, especialmente de aquellos que intervienen en la planificación, gestión y/o uso de los territorios”.
En este sentido, Meza es enfático en que se requiere enfocar los esfuerzos en la educación para la prevención de los incendios forestales a todo nivel, no sólo a la comunidad, sino que también a las empresas, que deben asumir un compromiso mayor con los territorios.
Para cumplir con estos objetivos, en pasado octubre el Presidente Sebastián Piñera lanzó el “Plan Nacional de Prevención y Combate de Incendios Forestales” para la temporada 2019/2020, que considera el mayor desembolso de recursos de la historia de Chile.
Entre el sector público y privado se destinarán cerca de $120 mil millones para combatir el fuego. El programa considera 2.515 brigadistas disponibles para el combate de incendios, distribuidos en 238 brigadas entre Atacama y Magallanes, a los cuales se sumarán 3.400 brigadistas del sector privado. A la vez, se contará con una flota total de 107 aviones y helicópteros.
Desde el punto de vista de las políticas públicas, el gobierno pasado elaboró la “Política Forestal 2015-2035” con metas de restauración del patrimonio forestal deteriorado, erosionado o fragmentado, y que pone énfasis en las pequeñas y medianas propiedades.
Asimismo, existen compromisos internacionales en el ámbito de la restauración ecológica en las áreas protegidas del Estado, a través de la Contribución Nacional Determinada (NDC) de Chile, instrumento definido por el Acuerdo de París de 2015, durante la COP21 de Francia, comprometiendo el manejo sustentable y recuperación de bosques nativos al año 2030.
“Sin embargo, no será posible avanzar en el cumplimiento de estas metas sin resolver urgentemente las fallas estructurales y sistémicas que impiden el desarrollo e implementación armónicos de los mecanismos de planificación territorial, y su respectiva regulación, para el uso de los territorios”, dice Andrés Meza de Conaf.
Por otra parte, los análisis realizados por Conaf demuestran que un alto porcentaje de los incendios forestales es producido por la acción intencionada o accidental de las personas como las dos primeras causas detectadas. Asimismo, las actividades de distinta índole que se realizan en el medio rural generan también un importante número de incendios cada año.
El paso más complejo es elaborar un plan de prevención con un enfoque ecosistémico, en el cual se insertan los paisajes naturales, urbanos, de cultivos forestales y agrícolas que se van mezclando.
Para Rafael García, científico del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) y del Laboratorio de Invasiones Biológicas de la Universidad de Concepción “la prevención de incendios tiene un presupuesto muy inferior al del combate actualmente. La educación acerca del mal uso del fuego y las consecuencias sociales y ambientales de los incendios debieran ser parte del currículum escolar. Por otro lado, deberían aumentar los esfuerzos para tener reuniones de trabajo periódicas con las comunidades urbanas y rurales que viven en zonas de riesgo de incendios, con charlas e intercambio de experiencias en el manejo de la vegetación y de las áreas cercanas a viviendas para disminuir la propagación del fuego a sus casas”.
Según los expertos, el paso más complejo es llegar a una prevención con un enfoque ecosistémico, en el cual se insertan los paisajes naturales, urbanos, de cultivos forestales y agrícolas que se mezclan y que requieren un manejo diferenciado.
“Debieran existir herramientas que permitan recuperar y restaurar aquellas zonas quemadas, para evitar que vuelvan a convertirse en sectores ideales para la generación y propagación de nuevos incendios. Deben ser restaurados a la vegetación nativa propia del sector promoviendo la heterogeneidad en composición y estructura que permita tener ecosistemas más sombríos y húmedos, y más resilientes a la acción del fuego. De esta forma la restauración de las zonas quemadas no solo permite recuperar la biodiversidad y los servicios ecosistémicos asociados a ella, si no también se transforma en una herramienta de prevención de nuevos incendios”, enfatiza García.
Fuente: www.latercera.com