A fines del año pasado, la gran cumbre climática en Glasgow, Reino Unido, la 26.ª Conferencia de las Partes de la convención climática de las Naciones Unidas (COP26), inyectó un impulso muy necesario a la comunidad política y empresarial en la lucha para detener el cambio climático. El próximo año representa una oportunidad para que científicos de todas las tendencias ofrezcan su experiencia y se aseguren de tener una voz en este esfuerzo monumental.
Señalan que “es clave determinar cuáles serán los principios y lineamientos del próximo gobierno, la agenda legislativa y la nueva Constitución para enfrentar la crisis climática y ambiental, y nuestra relación como sociedad con la naturaleza. Para apoyar este proceso, la inversión en investigación científica sobre las relaciones entre naturaleza y las personas son cruciales en la toma de decisión, y dicha inversión debe apuntar hacia el desarrollo y crecimiento de un país con cimientos sólidos basados en una relación virtuosa con la naturaleza”. Entre otros, piden aprobar la Ley de Cambio Climático y firmar el Acuerdo de Escazú.
La iniciativa fue presentada por la convencional constituyente por Antofagasta y fue firmada por casi la totalidad de la Comisión sobre Sistemas de Conocimiento, Culturas, Ciencia, Tecnología, Artes y Patrimonio. La propuesta garantiza la generación de conocimiento, el derecho a beneficiarse de este y la libertad de investigación.
Análisis con roedores demostraron que las vacunas nasales inducen a una mejor respuesta de IgA y, por ende, amplían la inmunización contra los agentes virales que se encuentran circulando por el aire, como el SARS-CoV-2.
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Hace una década, el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares de EE. UU. Convocó un taller sobre cómo mejorar el rigor de la investigación preclínica. Sus recomendaciones eran sorprendentemente sencillas: los científicos deberían enmascarar (o “cegar”) sus estudios; aleatorizar estimar tamaños de muestra apropiados; y especificar reglas para el manejo de datos (SC Landis et al . Nature 490 , 187-191; 2012). Diez años después, muchos científicos preclínicos aún no toman estos pasos básicos.
Muchas de las especies descritas son exclusivas de las zonas polares, están activas y presentan una distribución restringida en el océano Ártico. Además, algunas muestran una gran versatilidad metabólica, lo que les permite responder mejor a los cambios ambientales.
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Un equipo científico internacional ha descubierto, por primera vez, el mecanismo que permite que los antibióticos β-lactámicos produzcan la muerte de Staphylococcus aureus resistente a la meticilina. Estos fármacos provocan la aparición de agujeros en la pared celular, que se agrandan durante la etapa de crecimiento hasta producir el colapso de esta y, como consecuencia, la muerte de la bacteria.
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