El 13 de marzo, con la explosión de la pandemia COVID-19 y las drogas evasivas, Arturo Casadevall publicó lo que considera «quizás el papel más importante» de su larga carrera. En The Journal of Clinical Investigation , el especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad Johns Hopkins y Liise-anne Pirofski del Albert Einstein College of Medicine argumentaron que un tratamiento efectivo Puede que ya esté a la mano: el plasma sanguíneo de las personas que se han recuperado de la enfermedad, rico en anticuerpos contra el virus. La estrategia parece haber funcionado en otras infecciones, señaló el dúo, y existe la infraestructura para recolectar y administrar plasma. Los riesgos son conocidos y comparativamente bajos. «Recomendamos que las instituciones … comiencen los preparativos lo antes posible», escribieron. «El tiempo es la esencia.»
El Consorcio Genomas CoV2 (CGC), coordinado bajo tutela del Ministerio de Ciencia y conformado por investigadores e investigadoras de diversas universidades chilenas que trabajan en genómica y bioinformática, desarrolló una plataforma informática para el procesamiento y almacenaje de las secuencias obtenidas del virus SARS-CoV-2 en distintas regiones del país.
Este consorcio científico nacional, reúne los esfuerzos de diversos grupos de investigación en genómica viral para generar una base de datos nacional de secuencias del virus. Miguel Allende, miembro del equipo y Director del Centro de Regulación del Genoma del Programa FONDAP, explica la importancia de contar con estos datos: “Con la información de la secuencia genómica del virus que infecta a una persona, tendremos una herramienta de trazabilidad, que permite conocer el curso de la transmisión infecciosa en el tiempo y el espacio”.
Una vez secuenciados los genomas, la información es procesada por ingenieros bioinformáticos en el Centro Nacional de Computación de Alto Rendimiento (NLHPC), donde se almacenan las secuencias para ponerlas a disposición de toda la comunidad científica. Desde la web del Consorcio (www.cov2.cl) se pueden visualizar las características generales de los genomas virales y las relaciones filogenéticas (de parentesco) entre las distintas variantes encontradas.
El Ministro de Ciencia, Andrés Couve valoró la iniciativa destacando el alto nivel de los centros, universidades e investigadores involucrados: “Se trata de poner las mejores capacidades científicas con que cuenta Chile al servicio de esta crisis. Estamos frente a un escenario de gran incertidumbre. Sin embargo, como nunca antes la investigación científica aceleró nuestro aprendizaje de la epidemia. Por ejemplo, los avances en genómica de las últimas décadas nos permitieron conocer la composición genética completa de este virus a solo semanas del brote en Wuhan. La iniciativa de un consorcio en Chile es señal de que formamos parte de este esfuerzo internacional y que a través de los más altos estándares continuaremos comprendiendo el virus como parte de la estrategia para enfrentar de mejor manera la pandemia”.
Según explican los investigadores a cargo de la iniciativa, la pandemia de Covid-19 constituye un desafío inédito para la ciencia biomédica. Para enfrentarlo, cualquier aproximación preventiva, de diagnóstico o terapéutica de este patógeno deberá considerar como un insumo indispensable un certero conocimiento de la estructura del virus cuya secuencia de RNA de 30,000 nucleótidos puede sufrir mutaciones.
Las mutaciones, que en su gran mayoría no cambian las características del virus, generan variaciones en la secuencia del RNA viral y nos permiten establecer relaciones de parentesco o cercanía y distinguir el origen y trayectoria de un virus. Es así como sabemos que a Chile ingresaron variantes provenientes directamente de oriente (China) y otras que pasaron previamente por Europa.
Hasta ahora, ha habido un gran esfuerzo internacional para dar seguimiento al patrón de variación del genoma viral a medida que se dispersa en la población mundial. A la fecha se han detectado 5.615 variaciones en los más de 16.000 genomas secuenciados a nivel planetario.
Claudia Saavedra, presidenta de la Sociedad de Microbiología de Chile (SOMICH) y académica de la Facultad de Ciencias de la Vida, en entrevista con ADN se refirió a la carta enviada este sábado al Presidente Sebastián Piñera por parte de científicos y expertos, con propuestas para enfrentar el escenario actual de la pandemia.
Vér respuesta del Gobierno aquí: www.t13.cl
Hace algunas semanas, canales de televisión y redes sociales dieron a conocer un video de un agricultor de la Región Metropolitana donde mostraba una avispa que, según sus palabras, era más grande de lo normal. “Son como 3 chaquetas amarillas”, sostuvo. Frente al acontecimiento, se despertó la alarma del Servicio Agrícola Ganadero (SAG); entidad que, luego de estudiar el caso, descartó que la avispa correspondiese a la especie Vespa mandarinia, y si a la especie Vespa orientalis.
“En parte la opinión pública se confundió porque en el mismo momento que se dio a conocer el video del agricultor, apareció la noticia que encontraron un nido o colonia de Vespa mandarinia en el Estado de Washington, Estados Unidos”, explica el Dr. Fabián Jaksic, Premio Nacional de Ciencias Naturales.
La avispa Vespa mandarinia es la más grande del mundo, llegando a medir 4 centímetros de longitud, en tanto que otras avispas, como por ejemplo la “Chaqueta Amarilla”, no alcanza los 2 centímetros. Frente al caso del conocido video, si bien la avispa era más grande de lo normal, no alcanzaba las proporciones, a ojos de expertos, de la Vespa mandarinia; sino de una Vespa orientalis, lo cual es novedoso para el destacado Senior Ecologist, quien además narra la historia de la especie Vespula germanica (Chaqueta Amarilla).
“Se piensa que la especie Vespula germanica llegó a Chile en la década del ´60, arribando en las costas de Valparaíso. Ahora bien, esta avispa no llegó sola, puede que haya llegado en colonia, o bien, llegó una avispa reina fecundada, y eso bastó para generar los números de chaquetas amarillas que tenemos hoy en la actualidad (medio siglo después de su “desembarque”)”, explica el Dr. Jaksic.
Bajo este escenario ecológico, los barcos de carga son grandes responsables de estas invasiones biológicas. Estos gigantes de acero, que navegan miles de kilómetros por diferentes océanos, llevan en su interior miles de contenedores que, no solo tienen en su interior lo que “deben llevar”, sino que, más de algún “polizón”. “Basta que estos barcos que, generalmente provienen de Asia o Europa, contengan en su interior solo una reina avispa fecundada para que forme una colonia. En ese aspecto, y en términos del ingreso de estas especies a nuestro país, cabe destacar que la mayor parte de los barcos traen cerca de 6.500 contenedores; tomando en cuenta que, generalmente hay de 3 a 4 barcos en el Puerto de Valparaíso, podemos encontrar cerca de 20.000 contenedores en una sola bahía de nuestro país”, enfatiza el Premio Nacional.
La fiscalización de estos contenedores es clave; sin embargo, el ¿cómo se revisan? es la pregunta que se debe analizar, ya que, si bien la autoridad sanitaria tiene sus procedimientos, estos no pueden asegurar la revisión del 100% de los contenedores. “Por supuesto que a las entidades fiscalizadoras se les puede arrancar un nido pequeño de avispas en una inmensidad de contenedores, los cuales no vienen vacíos, sino que traen cajas en su interior. De hecho, es casi milagroso que no sigan llegando más de estas especies invasoras”, indica el Dr. Jaksic.
El Profesor Titular de la Facultad de Ciencias Biológicas, explica que estas plagas son muy difíciles de detener de hecho, probablemente, esta pudo haber sido la hoja de ruta de invasión ejecutada por la especie de avispa Vespa orientalis. “La avispa Vespa orientalis es de naturaleza depredadora y lamentablemente, tiene una dieta balanceada de proteína animal y de carbohidratos; por tal motivo, una colonia de abejas es el lugar perfecto para saciar sus requerimientos alimenticios. Estas avispas, se alimentan de las larvas de las abejas y la miel; son muy peligrosas para las colmenas”, profundiza.
Sobre la “Chaqueta amarilla”
La chaqueta amarilla es una avispa muy conocida en Chile, y bajo este aspecto, se han realizado diversos estudios para calcular su impacto ecológico e incluso, económico. “Existe un libro, editado por la Universidad de Chile, donde se hizo una estimación gruesa de cuánto daño ha hecho esta especie a la economía. Para ello se analizó la situación de la Reserva Nacional Río Clarillo. Mucha gente va a realizar parrilladas a esta reserva; sin embargo, cuando hay muchas chaquetas amarillas, basta con sacar un pedazo de carne a la intemperie para que cientos de ellas hagan imposible la estadía, produciendo que las personas se tengan que ir. En ese sentido, el Ministerio de Medio Ambiente hizo un estudio en el cual se calcularon cuántas entradas vendían en tiempos de muchas de estas avispas; se encontraron con que, en época de muchas chaquetas amarillas se vendían pocas entradas y, por el contrario, en época de pocas de estas avispas, existía una mayor cantidad de tickets vendidos”, explica. Por diferencia se puede calcular el costo directo de tener una plaga de avispas en la Reserva.
Por otro lado, el Dr. Jaksic señala que estos insectos son coloniales y cuando tienen que atacar, lo hacen en equipo. Todas las que pertenecen a una colonia son hermanas y provienen de la misma avispa reina que se cruzó una sola vez con un “avispo”, equivalente al zángano en el universo de las abejas. Con esa inseminación, es capaz de dar a luz a una inmensa cantidad de ellas. “Todas las avispas obreras atienden a la madre, pero esto está lejos de ser un acto bondadoso, ya que en el fondo lo único que les interesa de la avispa reina es que tenga más hermanas para ellas, ya que entre más sean, mejor regulan la temperatura en la madriguera, más alimento guardan y más recursos obtienen; la avispa madre es una prisionera de sus hijas, no las dejan salir de su nido”, finaliza el Dr. Jaksic.
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Periodista: Patricio Grunert Alarcón. ®
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